José Luis Tasset: «Ferrol ha de hacer valer su legado como heredera de la Ilustración»
FERROL CIUDAD
Afirma que «la pandemia ha mostrado lo adaptativos que somos los seres humanos»
16 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.José Luis Tasset (Sevilla, 1961), catedrático de Filosofía Moral de la UDC y profesor del Campus Industrial de Ferrol, acaba de sacar a la luz un nuevo libro, publicado por el sello Laetoli. Se trata de la edición crítica de Mi disputa con Rousseau, de Hume, con traducción, epílogo y notas del propio Tasset. «Me he divertido mucho escribiendo este libro», confiesa Tasset, al tiempo que subraya que «el choque entre Hume y Voltaire» —también, en más de un sentido, la historia de una amistad— es, en el fondo, un «choque entre el romanticismo y la ilustración». Firme defensor del «espíritu crítico» y de la tolerancia, el profesor Tasset sostiene que «la filosofía puede ser algo verdaderamente divertido», y dice que «Ferrol, que es una ciudad heredera de la Ilustración, tendría que hacer valer su legado»
—¿Estamos perdiendo, como sociedad, la capacidad de reflexionar?
—Si por reflexionar entendemos el equilibrar la velocidad necesaria para afrontar los retos inmediatos con la reflexión pausada sobre la marcha, a medio y largo plazo, de nuestros grandes retos y objetivos, podríamos decir que estamos ante una situación actual presidida por el corto plazo, que es también pensamiento, pero no la única modalidad de este. Tenemos que concedernos tiempo y dedicar esfuerzos a planificar equilibrada y pausadamente el futuro, que es nuestra única garantía de que el pasado no desaparezca y de que el presente adquiera sentido. El cortoplacismo es miope y enemigo de la clara visión procedente del pensamiento reflexivo. Así que hay que introducir en nuestros puntos de vista sociales, y desde luego sería deseable que también en los políticos, la perspectiva medio y largo placista. Eso no solo es lo más conveniente, sino lo más justo moral y políticamente.
—¿Cómo cambiará nuestra existencia el desarrollo de la Inteligencia Artificial?
—A mi modo de ver, cambiará por completo la realización de tareas intelectualmente repetitivas o recopilatorias; no tengo tan claro que modifique las auténticamente creativas, puesto que necesita, por el momento, partir de un material documental existente; hasta ahora no ha sido capaz del salto creativo hacia algo completamente nuevo característico de la mente humana. En todo caso, me considero un decidido partidario del uso de la tecnología y de la ciencia para el mejoramiento de la vida de la humanidad, pero ese sometimiento a los intereses humanos necesita de un enfoque normativo, reflexivo, que siempre es difícil de lograr en los inicios de una nueva tecnología. Igual que ocurrió y ocurre con la biotecnología, es necesario establecer observatorios de la IA y comités de ética de la IA que reflexionen, y hasta legislen, sobre el hecho evidente de que no todo lo posible es deseable ni admisible. Hay cosas que se pueden hacer, pero que no se deben hacer.
—¿Qué és, en realidad, el progreso?
—En mi opinión, el progreso auténtico es en realidad la conciencia colectiva de lo logrado y la identificación de por qué merecerá la pena luchar en el futuro, siendo conscientes de que la humanidad es frágil y de que en cualquier momento una catástrofe natural puede hacernos retroceder. La pandemia ha sido nuestro terremoto de Lisboa, nos ha puesto frente a nuestras limitaciones, pero también ha mostrado los flexibles y adaptativos que somos los seres humanos como especie. Cuando nos dan tiempo, espacio y oportunidad, mediante la reflexión pausada somos capaces de grandes cosas.
«No tenemos derecho a exigir tolerancia si nosotros no la practicamos»
Sostiene Tasset que «una de las paradojas más acuciantes que se le plantean al ser humano es la de la aparente contradicción entre al aumento del conocimiento y la pérdida de la libertad». Porque lo cierto, añade, es que «la auténtica libertad nace del verdadero conocimiento. Sin conocimiento no hay libertad».
—¿Somos hoy menos tolerantes que en el siglo pasado?
— Sin duda. Estamos dejando de creer en la diferencia y en el valor de convivir dentro de ella, y hemos optado por la afirmación dogmática de nuestros puntos de vista. Frente a la libertad de permitir y fomentar que todos seamos felices a nuestro modo, sin dañar a otros que tienen aspiraciones y visiones vitales diferentes a las nuestras, hemos optado por concebir la igualdad como homogeneidad, y esa similitud siempre es concebida desde el propio punto de vista. Por otra parte, aceptamos de mal modo la crítica contra nuestros propios puntos de vista, mientras reivindicamos nuestro derecho inflexible a ejercerla con respecto a otros. Pero la tolerancia es una virtud de doble dirección. No tenemos derecho a exigirla si nosotros no la practicamos.
—¿Cómo ve usted el futuro del Campus Industrial de Ferrol?
— Si fomentamos la sinergia entre la tecnología, la industria y la empresa, y la reflexión que deben aportar las humanidades, y especialmente la Filosofía como teoría de la cultura y de la sociedad, nuestro campus será más fuerte y adaptativo. Y nuestro futuro será más relevante. Una propuesta concreta: cualquier titulación de un campus industrial como el nuestro debería incorporar materias reflexivas sobre filosofía de la ciencia y la tecnología, filosofía social y política, o ética aplicada y deontología profesional. Y esto debería ser extensivo a todas las universidades.