La cabalgata de las Vespas por Ferrol: «Estamos enganchados a estas motos»

FERROL CIUDAD

Jonatan Rivas, Jesús Lago y Raúl Antón, con sus Vespas en su garaje de Ferrol.
Jonatan Rivas, Jesús Lago y Raúl Antón, con sus Vespas en su garaje de Ferrol. José Pardo

Este club cuenta con clásicos como el motocarro de helados Sanmartín

29 mar 2023 . Actualizado a las 04:29 h.

Cantaba La Granja aquello de Los chicos quieren diversión como símbolo de los veranos eternos. Con las ochenteras motos blancas cruzando las calles, mucho mejor a bordo de una Vespa. La ciudad naval tiene oficialmente desde 2019 el Vespa Club Ferrol, aunque ya desde 2017 sus integrantes organizaban rutas informalmente. Cuenta con 42 moteros (13 de ellos son chicas), con edades que van hasta los 72 años. Y el más joven es su presidente, Jonatan Rivas, que tiene tanta devoción que hasta restaura a título particular el mítico motocarro de helados Sanmartín: «Tengo siete Vespas y las uso a diario, allá donde vaya siempre hay un señor que las mira con mucho cariño». Porque esta ciudad tiene tanta tradición por estos iconos italianos del grupo Piaggio «que antes los astilleros estaban llenos de Vespas de los trabajadores». 

Al principio estos devotos de la cofradía de la Vespa pertenecían al club de A Coruña, «pero para andar en estos vehículos nos quedaba lejos, aquí teníamos mucha afición y montamos uno propio». Por semana ya quedan para tomar algo en sus Vespas, Lambrettas y Scooter clásicas. Y durante los sábados y domingos hacen las salidas, «somos ya una piña con muy buen ambiente, los 42 forofos desde yo mismo que tengo 28 años hasta el veterano de 72», indica Jonatan. Al Vespa Club Ferrol también pertenecen Raúl Antón y Jesús Lago. El primero cuenta con tres Vespas, varios Vespinos y otros modelos. Jesús tiene cuatro motos y ambos admiten que «estamos enganchados a este mundo, nos enganchamos totalmente a estas motos».

La afición de Raúl llegó por los vehículos clásicos, «siempre me gustó esta estética, cuando tuve ocasión me compré una y se convirtió en un vicio». A Jesús siempre le encantó este modelo: «En cuanto tuve oportunidad me compré una y fue un no parar, te enganchas y te gustan todas». Y Jonatan Rivas se ilusionó «cuando mi madre se fue de vacaciones a una isla y alquiló una Scooter para recorrerla, le gustó tanto que compró una Vespa para usar aquí». Él empezó con una moderna, pero un día se le rompió una pieza y le dejaron una clásica: «Me moló muchísimo».

Las Vespas clásicas se fabricaron hasta 2007, pero a partir de ese año se pasó a un modelo de cuatro tiempos por razones medioambientales. En su garaje, el presidente del club ferrolano guarda siete Vespas. La más antigua es de 1970 que alcanza los 95 kilómetros por hora, pero otro compañero tiene una de 1956 que no pasa de los 70 kilómetros. «Son motos muy fiables que van siempre por debajo de las velocidades permitidas en las vías, hasta algún fin de semana en verano recorrimos 1.200 kilómetros para ir a concentraciones a Lourenzá y O Grove», explican los miembros. Ya preparan la concentración anual en Ferrol de los días 15 y 16 de julio: el primer día se acercarán a conocer los faros de Valdoviño, y el segundo realizarían una carrera de lentos por el Puerto («una prueba de habilidad de 30 metros en el que gana el último en cruzar la línea de meta»).

Casi otro monumento del paisaje italiano, las Vespas rugen por Nápoles y Roma. Pero también bajan por el casco histórico de Ferrol, «en las zonas antiguas puede haber bastante deterioro cuando se levantan los adoquines, pero ese sacrificio se compensa con los paisajes tan bonitos de la costa». De momento, aunque la ciudad tiene más de 50.000 habitantes aún no se ha creado una zona de bajas emisiones que afectaría a vehículos antiguos.

De las siete Vespas en su garaje de la calle Fontaíña, Jonatan tiene «el corazón dividido entre mi primera antigua que está decorada como un tractor John Deere y la última que me regaló mi novia: una Vespa Primavera 125 verde oliva de 1980». Considera estos modelos como «un estilo de vida, un vehículo emblemático en todas las familias antes de la llegada de los coches». Y su última joya, que está restaurando, es ese motocarro de los helados Sanmartín. «Nos lo vendió un señor que ya se lo había comprado a la familia del heladero; en España quedan menos de 100 en activo, tiene una velocidad de 50 kilómetros por hora».

Y aunque las Vespas se asocien al verano, «nosotros siempre salimos aunque llueva, porque estas motos dan alegría a la vida y con ellas te olvidas de los problemas».