Ferrol, 1943: un enjambre de espías nazis y británicos, entre lobos marinos
FERROL CIUDAD

Según la Armada alemana, la ciudad refugió al menos a cuatro submarinos
20 mar 2023 . Actualizado a las 16:52 h.En 1943, el mundo se venía abajo en Europa. Y la ría de Ferrol funcionaba como una gasolinera para los submarinos nazis. La propia Armada alemana tiene registrado en sus archivos que cuatro de ellos realizaron habituales reparaciones y repostajes en esta base: los U-66, U-68, U-105 y U-193. A la entrada de la ría permaneció durante toda la II Guerra Mundial el petrolero Max Albrecht, con 10.000 toneladas de fuel. Con semejante almacenamiento, el historiador Enrique Barrera (que investigó estos hechos en libros como Ferrol, 1931-1952. De la República a la posguerra) considera que «se harían entre 40 y 60 tomas de combustible, con lo que seguramente habría más submarinos nazis por aguas de Ferrol».

A pesar de la supuesta neutralidad de España en la contienda, la ciudad daba manga ancha a las incursiones alemanas. La propia documentación de la Marina germana confirma que los conocidos como «lobos marinos» o submarinos del III Reich se reparaban en los astilleros y también repostaban víveres en A Graña. Mientras tanto, el barrio de A Magdalena bullía como un auténtico nido de espías: «Con británicos, alemanes y españoles para los dos bandos, con personajes como Alexander Brendel que trabajaba para los nazis y vivía en la calle Real donde frecuentaba el Casino», relata Barrera.
Adiós a la neutralidad
Ferrol no tuvo tanto trásito de «lobos marinos» como Vigo, debido a la estrechez de una ría que no invitaba a la discreción. El historiador destaca además que «los alemanes no acababan de fiarse porque algunos mandos españoles aún simpatizaban con los británicos». La presunta neutralidad de Reino Unido durante la Guerra Civil española también daría para un capítulo aparte: «Los buques ingleses que vigilaban el embargo transmitían en directo la ubicación de los navíos republicanos pero daban cifrada la del bando nacional, y eso ayudaba a Franco».

En la base de A Graña permaneció durante parte de la guerra un grupo de alemanes de un submarino hundido. «E incluso obreros de los astilleros me juraron hace años que alguna tripulación de esos submarinos durmió dentro de la factoría, pero eso sí que no está documentado», confirma Barrera.
Con especial fervor por los nazis, el almirante ferrolano Francisco Moreno brindó apoyos como en la siguiente acción. Tras el hundimiento del acorazado alemán Bismarck cuando navegaba hacia Francia bajo fuego británico, el crucero pesado Canarias partió de Ferrol el 27 de mayo de 1941 para prestar auxilio. Llegó a la zona del suceso dos días después. Y consiguió recuperar dos cadáveres alemanes, a los que se les dedicó una ceremonia fúnebre con bandera nazi y lanzamiento al Atlántico, con todos los honores. Mucho más cerca, en Estaca de Bares, sería hundido el U-966.

Semejante crisol de espías e intereses en Ferrol estallaría el 22 de junio de 1943, con la explosión del polvorín de Caranza. Enrique Barrera tiene claro ahora que «fue una acción de la guerrilla española con asesoramiento británico, ya que Churchill no tenía ninguna intención de romper la neutralidad española pero quería lanzar un mensaje de hasta aquí hemos llegado».

La colonia británica pasaba información al cónsul en A Coruña, su primera red de espionaje con el anarquista Saturno Arias fue desmontada pero se creó otra con Lorenzo San Miguel.

También desde A Coruña operaba el dirigente nazi Walther Giese con Alexander Brendel enviado a Ferrol. Tras Normandía, buques del puerto coruñés auxiliarían con víveres a las bolsas de submarinos nazis en el Atlántico francés. Finalizada la guerra, allí se encontrarían latas de sardinas con cuño español.