Recuerdo de un día

José A. Ponte Far VIÉNDOLAS PASAR

FERROL CIUDAD

Entierro de Torrente Ballester en el cementerio de Serantes
Entierro de Torrente Ballester en el cementerio de Serantes

02 feb 2023 . Actualizado a las 00:08 h.

El 29 de enero se cumplieron 24 años del entierro de Torrente Ballester. Él había dicho públicamente que quería ser enterrado en el cementerio de Serantes, donde descansan su madre, sus abuelos maternos y sus tías, personajes todos con los que había pasado muchos días en su casa de Os Corrais y que tanta importancia habían tenido en sus vivencias infantiles. Torrente murió en Salamanca, ciudad en la que había vivido sus últimos veinticinco años y con la que se había identificado cultural y socialmente. Y me consta que esta ciudad le ofreció a la familia de don Gonzalo la organización de un entierro solemne si se enterraba en la ilustre ciudad castellana. Pero Torrente era de Ferrol, aquí vivió su infancia y juventud, y varios años más en distintas etapas de su vida, y quiso ser enterrado en Ferrol. Por eso, la ciudad de Ferrol, representada por sus sucesivos Gobiernos municipales, fuesen del color político que fuesen, no ha olvidado nunca a lo largo de estos 24 años que el mejor regalo de amor que un personaje ilustre puede hacer a sus vecinos es escoger su tierra natal para su última morada. Y cada año una corona de flores es depositada en su tumba en nombre de todos los ferrolanos (hasta la pandemia, con presencia del alcalde y algunos concejales; a partir de ahí, va un funcionario solo a depositar la corona de ritual sin que se sepa por qué se abandonó esa presencia testimonial de nuestros representantes municipales). Pero, menos mal, el homenaje floral no se ha interrumpido. Más que merecido, por otra parte, porque Torrente, desde que empezó a escribir, siempre tuvo presente a Ferrol en su obra literaria. Son muchas las novelas, e incontables los artículos periodísticos, que el escritor dedicó a contar vivencias, costumbres y curiosidades de su pueblo. Y eso tiene un valor añadido porque quien lo cuenta es uno de los más prestigiosos escritores españoles, tal como reconocieron los franceses (que por su obra Los Gozos y las sombras lo comparan con su enorme Balzac); y el nobel portugués Saramago, para el que don Gonzalo es el escritor español que merece sentarse a la derecha de Cervantes; y muchos críticos españoles, para los que, por La Saga /fuga de J.B., lo consideran el escritor europeo más moderno de los últimos 50 años del siglo XX.

Quizá por todo ello fue por lo que en su entierro en el cementerio del barrio de Serantes se congregó tanta gente, una verdadera multitud, entre ministros, escritores famosos, académicos, alcaldes, artistas y mucha gente del pueblo raso, vecinos, amigos y lectores. De aquel día soleado de enero recuerdo con emoción especial las notas conmovedoras de Negra sombra en la gaita y magia de Carlos Núñez, interpretado ante la tumba y resonando en la paz silenciosa del valle de Serantes. Y no me olvidaré de un humilde ramo de flores, perdido entre grandes coronas depositadas sobre y alrededor de la lápida, desplazado y solitario en una esquina de tanta ofrenda. Era un ramo de claveles blancos, con un fondo verde muy cuidado, todo él delicadamente sencillo. Llevaba una cinta con un texto escrito a mano, breve, pero espléndido por lo que tenía de metáfora: «De una lectora agradecida». Si todos los homenajes y testimonios de pésame tienen su valor e importancia, este, el de una lectora anónima, alcanza una dimensión lírica. Detrás de ese ramo de claveles blancos estaba una mujer desconocida, pero que representaba, también, a miles de lectores agradecidos como ella a un novelista que los hizo soñar y que les agrandó la vida con la de otros personajes y otros mundos. Sin duda, el mejor homenaje que se le puede rendir a un escritor.