Raro el mandato político que se salde en Ferrol sin ninguna crisis interna. Muy raro. Ya sea con pactos rotos, ya sea con dimisiones. Parece una especie de tradición de obligado cumplimiento. El gobierno de ocho del socialista Ángel Mato encaraba la recta final de cuatro años marcados por la pandemia y por las dificultades que tiene gobernar en minoría. Cuando, además, los apoyos de BNG y Ferrol en Común no son tales y se convierten en una oposición dura. Y transitaba ya el ejecutivo local hacia la nueva carrera a las urnas cuando ha pasado lo que ha pasado.
La dimisión de María Teresa Deus no es un tema menor. Por muchos motivos. Citemos al menos tres. Primero. Había amagado con hacerlo en varias ocasiones con anterioridad, viene de lejos. Segundo. Era la responsable de una macroárea fundamental para la gestión municipal. Tercero. Su marcha obedece a discrepancias internas. Y ahora habrá que ver si con su salida esos encontronazos amainan o, con la misma, arrecian. Que aquí nunca se sabe. Deja el cargo en un momento especialmente sensible, porque no tiene nada que ver hacerlo en el primer o segundo año de gobierno que a cuatro meses de las municipales. Nada que ver. El mensaje subliminal que se envía es otro muy distinto.
El regidor tiene ahora que esprintar para recomponer gobierno, restañar dinámicas internas y quitar hierro al asunto. Y, por supuesto, los recambios se harán. Pero queda por ver si la fragilidad del ocho, los problemas de gobernar en minoría, se acentúan tras esta fuga intestina y si la reasignación de tareas funciona. O no. Todo en un marco preelectoral en el que, se sabe, un puñado de votos decantará la Alcaldía a uno u otro lado. Las espadas, claro, ya están en alto.