Voluntarias a los 18 años: «Esto engancha y te abre la mente»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Inés y Andrea, retratadas el viernes pasado en el comedor social de Rubalcava
Inés y Andrea, retratadas el viernes pasado en el comedor social de Rubalcava CESAR TOIMIL

Inés y Andrea compaginan sus estudios con la labor que prestan en la Cocina Económica de Ferrol, una entidad que en los últimos tiempos ha logrado rejuvenecer gracias al boca a boca y Tik Tok

22 ene 2023 . Actualizado a las 13:11 h.

Hay dos ilusiones que casi todos los jóvenes comparten al cumplir los 18. Una es sacarse el carné de conducir. Y la otra, cambiar de ciudad para estudiar un ciclo superior o una carrera. Pero, además, Inés Quintana y Andrea Velilla, alumnas del grado de Xestión Industrial da Moda en el campus de Ferrol, tenían otra más cuando aterrizaron en la urbe naval el pasado mes de septiembre: enrolarse como voluntarias en una entidad de carácter social. Lo cuentan con una gran sonrisa en las oficinas de la Cocina Económica de Ferrol, donde por fin han podido dar respuesta a aquel runrún que les rondaba la cabeza.

Junto a otros ocho jóvenes, Inés y Andrea están contribuyendo a rejuvenecer la plantilla de voluntarios del comedor social de Rubalcava. Cuenta María Sanjuán, trabajadora social de la entidad, que antes de la pandemia se podían contar con los dedos de una mano los que tenían menos de 30 años. Y aunque ahora no son legión —una decena de un total de 35—, su presencia sí ha aumentado de manera significativa en los últimos tiempos, coincidiendo con una mayor presencia de la institución en las redes sociales. «No sabemos si es por el boca a boca o por los vídeos de Tik Tok que subimos con asiduidad, pero ahora hay más gente joven interesada en ayudar. Tenemos estudiantes y también alumnado de las escuelas militares», comenta. Con todo, y a pesar de ese avance, la entidad todavía está lejos de las cifras prepandemia, cuando contaba con medio centenar de colaboradores. Y por eso, recalca María, siguen haciendo falta más manos para ayudar.

Volviendo al caso de Inés y Andrea, esta última, de León, explica que en el pasado ya había colaborado como voluntaria de forma puntual en alguna actividad, pero fue al llegar a Ferrol cuando decidió involucrarse de manera más estable: «Al estar fuera de casa estudiando te sientes más independiente, con ganas de hacer cosas nuevas y esto era algo en lo que yo ya llevaba pensando algún tiempo», rememora. Inés, de Monforte, explica que ella también sentía ese «gusanillo» y un buen día la casualidad quiso que ambas se pusiesen hablar del tema tras toparse con un folleto sobre voluntariado en la universidad. Fue el «empujón» que necesitaban para dar el paso.

CESAR TOIMIL

Tras realizar un curso «muy sencillo» de manipulación de alimentos, el pasado mes de diciembre ambas empezaron a trabajar voluntarias en el comedor social de Rubalcava, donde una vez por semana reciben a los usuarios, ponen la bebida y reparten la fruta, ayudan a recoger los platos, limpian las mesas y aspiran el suelo. Son dos horas que se les «pasan volando». Y que, sobre todo, les aporta una gran satisfacción. «Es una experiencia que engancha, que te abre la mente y te hace ver que hay realidades muy diferentes a las nuestras. Te ayuda a ponerte en la piel de otras personas y a derribar prejuicios», valora Inés. «A veces es agotador, porque hay que limpiar, recoger... Pero la gente que viene es tan maja y tan agradecida que siempre merece la pena, nos vamos de aquí súper contentas y muy realizadas», añade Andrea.

Las dos aseguran que se sienten «muy a gusto» en la Cocina Económica, porque «es un lugar muy familiar y acogedor». Y animan a todo aquel que lo esté sopesando a vivir la experiencia. «Solo hace falta tener ganas de ayudar», dice Inés.