Estamos asistiendo a la constante actividad que están aportando los astilleros en creación de empleo y nos vamos olvidando de aquella temerosa situación que vivimos con el frecuente paro laboral que asoló a tantas familias. Afortunadamente, el nuevo rumbo comprometido en el viejo astillero de Astano fabricando piezas de eólica marina, dando por aparcados los superpetroleros, y entrando con éxito en la contratación de nuevas estructuras para empresas internacionales, trae sosiego. Igualmente la vieja Bazán, ahora con la construcción de las fragatas F-110 —ya hay chapa en el astillero—, también nos hace olvidar aquellos tiempos en que los dos astilleros eran escenarios de una película acabada y a punto de ser convertidos en un bestseller. Ahora, superada al fin la larga sacudida económica que llevó a mucha gente abandonar sus domicilios en busca de trabajo, resurgen aquellas opiniones comunes, tanto eruditas como populares: «Los astilleros no se cierran». Cuanto tiempo se habría ganado si hubiera triunfado esa tesis.
Ayudar. Es lo que tiene siempre presente esta mujer que por donde pasa es recibida con una sonrisa o un saludo cordial. La conoce todo el mundo porque ha desempeñado responsabilidades importantes en esta ciudad. Ahora preside Asfedro, una institución creada para la lucha contra la droga y que da cobijo a muchas personas afectadas por esta lacra de nuestra sociedad. Allí está Sari Alabau, en O Confurco, otra vez a cambio de nada. Por eso es a nosotros a quienes corresponde recordarlo, magnificando sus virtudes, ejemplarizando su trayectoria. Y, mientras, ella continuará repartiendo mucho cariño, mucha seguridad y también mucho orden entre quienes más lo necesitan para olvidar el pensamiento trágico de esa maldita enfermedad y volver, sin ningún tipo de vacilaciones, a convivir con los demás.
Y como estamos en tiempo de distinciones, recordar que escuché una conversación a unas señoras el día de san Julian, en el Jofre, sobre quién es el ferrolano que luce mejor el sombrero de ala ancha, y resultaba ser, además de su brillante cabeza, José Antonio Ponte Far, y que —según ellas— es elegante, guapo, y si pudieran convertirlo en jamón, se lo... Pero Ponte es más admirado por lo que escribe, siempre con pensamiento lógico y brillante, sobre las cosas que nos rodean, y va desentrañando problemas y encontrando respuestas a dudas que acosan a nuestra sociedad. Con sombrero y también sin sombrero.