Bar Guitiriz: más de 40 años de sabrosos callos y bocadillos de pulpo junto al hospital de Ferrol

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Marta Prieto (la tercera por la derecha), junto a las empleadas del Bar Guitiriz
Marta Prieto (la tercera por la derecha), junto a las empleadas del Bar Guitiriz cedida

El codillo, el caldo o los generosos pinchos de churros y tortilla con el café son otros de los emblemas de un clásico que abrió en 1981 y ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos

19 ene 2023 . Actualizado a las 12:27 h.

El Bar Guitiriz de Ferrol, situado a un tiro de piedra del CHUF, lo conocen bien muchos de los pacientes que tienen que acudir a hacerse pruebas o los visitantes de familiares ingresados en el Hospital Arquitecto Marcide. Pero este templo del buen yantar también es parada habitual para los alumnos y profesores del CIFP Leixa, los residentes y personal del CAMF, muchos trabajadores de las empresas del entorno... Y también para un buen puñado de forofos que, aunque no viven ni trabajan en esa zona, no dudan en desplazarse hasta allí para catar o llevarse para casa algunos de sus más famosos reclamos: el bocadillo de pulpo á feira con pan del país, platos de cuchara como los callos y el caldo gallego, un menú «obrero-ejecutivo» por 11 euros o los pinchos gratuitos con los que siempre se acompañan las consumiciones. Churros y tortilla con el café. O tortilla y una tapa de cocina  con el refresco o el vino. «Lo mejor de lo mejor. Buena comida, buen precio, trato excelente. ¿Qué más se puede pedir?», destaca un cliente asiduo en una crítica en Internet. «Los callos están riquísimos y los postres de 10», alaba otro.

Pero, ¿quién se encuentra detrás de este clásico que en este 2023 cumple ya la friolera de 42 años? Para descubrirlo nada mejor que plantarse allí poco después de las nueve de la mañana, cuando la responsable y cocinera, Marta Prieto Sánchez, puede hacer un pequeño alto en el camino para relatar la historia del Guitiriz, que es también la de su familia.

La actual responsable del Guitiriz, Marta Prieto (a la derecha), junto a su madre, Dora Sánchez Sanmartín, quien fundó el negocio junto a su marido en 1981
La actual responsable del Guitiriz, Marta Prieto (a la derecha), junto a su madre, Dora Sánchez Sanmartín, quien fundó el negocio junto a su marido en 1981 CÉSAR TOIMIL

Marta explica que el bar abrió sus puertas en 1981, de la mano de sus padres, César Prieto Calvo y Dora Sánchez Sanmartín —camionero y costurera—, quienes en 1971 habían llegado a Ferrol junto a sus tres hijas mayores procedentes de Guitiriz. «Mi padre trabajaba como camionero en el puerto, pero en los ochenta, con la crisis, el sector empezó a flojear, y como ellos se estaban construyendo esta casa aquí, decidieron destinar el bajo a un negocio. Dudó entre un taller de un camiones y un bar, pero al final se decantó por el bar, porque mi madre cocinaba muy bien», rememora. Y como a su padre lo apodaban O Guitiriz, ese fue el nombre que eligieron para bautizarlo.

Casi con lágrimas en los ojos, Marta recuerda que sus padres construyeron la casa «con sus propias manos». Y cuando su padre contrató una pala excavadora para hacer un desmonte, un «batallón de camiones» se presentó en el lugar. «Eran sus compañeros camioneros, que aparecieron por sorpresa para ayudarle a desmontar. Mi padre se echó a llorar y entre todos hicieron el trabajo en un plisplás», anota emocionada.

Él falleció en 1995, pero seguramente se volvería echar a llorar si pudiese sentir el cariño y la admiración con los que habla tanto de él como de su madre la heredera del negocio familiar. «Ellos fueron mi escuela», apunta Marta, que ya desde los doce años ayudaba en el local junto a sus dos hermanas mayores (ella es la tercera y en total son cinco) al llegar del colegio.

«Mi padre era el relaciones públicas del bar: todas las mañanas iba al mercado para hacer la compra y luego atendía a los clientes en la barra. ¿Y mi madre? Ella era sin duda el alma de la cocina», remarca. A los 14 años Marta abandonó los estudios y desde entonces ya se dedicó en cuerpo y alma al Guitiriz. Primero junto a sus padres; después, tras la jubilación de su madre, con una de sus hermanas; y desde el 2016, en solitario.

El padre de Marta, César Prieto, en los primeros años del Guitiriz. El bar abrió cinco años después de la inauguración del Marcide y durante mucho tiempo fue punto de reunión de los obreros que después levantaron otros edificios de la zona, como el CAMF o el Hospital Naval
El padre de Marta, César Prieto, en los primeros años del Guitiriz. El bar abrió cinco años después de la inauguración del Marcide y durante mucho tiempo fue punto de reunión de los obreros que después levantaron otros edificios de la zona, como el CAMF o el Hospital Naval

Marta destaca que en esta nueva etapa como única responsable del Guitiriz siempre se ha mantenido fiel a los principios con los que sus padres apuntalaron el negocio. «Al principio mi madre solo ponía pinchos, tortilla y bacon frito, pero como los clientes pedían comidas, también las empezó a preparar. Esa era su filosofía. Ellos siempre decían que hay que escuchar al cliente y darle lo que demanda», comenta.

También ha querido mantener Marta las recetas más aplaudidas de su madre, como los callos, la ternera asada, las tripas o el caldo gallego. Y como ya ocurría en tiempos de sus padres, en la cocina del Guitiriz sigue sin haber hueco para los precocinados y todo se hace de forma casera y artesanal. «Si tengo que hacer un fumet o un caldo de pollo para una receta lo preparo yo misma, nada de pastillas, y lo mismo ocurre con el resto de los platos. La masa de los churros la preparo yo y todos los postres, menos la tarta helada, son caseros».

Pero, sin darle la espalda a sus orígenes, Marta también ha querido incorporar recetas de sello propio a la oferta del Guitiriz (como el codillo asado con verduritas o sus ensaladas variadas) y adaptarse a los tiempos con nuevos servicios, como la comida para llevar. «Empezamos con la pandemia y desde entonces mantiene su tirón: yo diría que representa el 30 % de las ventas».

Marta atribuye el éxito del Guitiriz a su cocina, pero también al legado heredado de sus padres, al apoyo de su marido, a todas las «maravillosas» empleadas que pasaron por el bar, a su actual equipo, «que es de 10», y a una clientela fiel que nunca le ha dado la espalda, ni siquiera durante lo más duro de la pandemia. «Aquí somos todos una gran familia», concluye agradecida.