Ya ha pasado un cuarto de siglo desde que en la ría de Ferrol se viviese una situación surrealista. De esas de frotarse los ojos varias veces para comprobar si es cierto lo que se ve. Pero fue cierto. Una tormenta perfecta de factores se aliaron para que la plataforma Discoverer Enterprise se incrustase en el puente de As Pías y dejase la zona mutilada en cuanto a comunicaciones terrestres. Detrás de esa imagen icónica llegó, eso sí, una reparación muy acelerada del viaducto y el empujón necesario para que la autopista se extendiese a Ferrol. Y con ese hito, con la AP-9, se acababa un aislamiento por carretera que ya existía antes del destrozo que hizo el Discoverer. ¿Quién no se acuerda de las continuos colapsos dominicales a la altura de Fene y Pontedeume? Cuando vehículos particulares y autobuses con universitarios coincidían en un tapón kilométrico semana sí semana también. Dicho de otro modo, Ferrol ya estaba aislado antes del Discoverer. Lo que provocó ese impacto fue hacer evidente la situación. Y solo a partir de ahí se tomaron medidas.
Lo que ahora hay que plantearse es si será necesario otro plataformazo para que Ferrol tenga una conexión ferroviaria que se corresponda al siglo XXI. Esperemos que no. Pero, no nos engañemos, no hay ni un solo motivo para el alborozo. Planes de altas velocidades que nunca llegaron ni llegarán, promesas y promesas políticas de todos los colores que no se han cumplido... El resultado es el que es. Una unión por tren con A Coruña y Madrid totalmente obsoleta que hace que esta modalidad de transporte colectivo no sirva de nada a la mayoría de sus potenciales usuarios.
Totalmente excluidos del Eje Atlántico ferroviario, los vecinos de Ferrol y su comarca están esperando todavía algún tipo de solución. Así sea un cercanías que agilice los trayectos entre la urbe naval y la herculina, al menos. Pero, por ahora, ni eso. Lo dicho. ¿Tiene que suceder otro Discoverer para que se pase a la acción?