
El BNG apremia a iniciar los trámites para la retirada de la placa de la fachada de la casa del dictador y el gobierno local del PSOE fía la actuación a la decisión que adopte la Mesa de Memoria Democrática, en vías de constitución
09 dic 2022 . Actualizado a las 23:49 h.Han pasado más de 47 años desde el día en que Arias Navarro anunciaba la muerte de Francisco Franco y su sombra todavía planea sobre su ciudad natal, Ferrol. El 4 de julio del año 2002, la urbe naval asistía al destierro de la estatua ecuestre del dictador desde la plaza de España a la instalaciones de repuestos de la Armada, donde permanece oculta por unos paneles metálicos. La huella del franquismo permanece, no obstante, visible para cualquier viandante en pleno corazón de la ciudad, en el punto en el que empezó todo.
El número 136 de la calle María albergó, el 4 de diciembre de 1892, el alumbramiento de Francisco Franco. Hoy, 130 años después, la fachada de la vivienda conserva dos placas referidas al dictador. La primera de ellas, situada en el flanco izquierdo, fue instalada en la década de los años 20, con anterioridad al estallido de la Guerra Civil, en memoria de Francisco y Ramón, los hermanos y «valientes militares» por el vuelo del hidroavión Plus Ultra. El segundo elemento data de julio de 1987, con posterioridad a la muerte del dictador, y rinde tributo al «Caudillo de España y Generalísimo de los Ejércitos». Sobre esta última placa se pronunciaba el grupo municipal del BNG, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Franco, demandando el inicio de los trámites para su retirada en «cumprimento a Lei de Memoria Democrática».
A este respecto se pronuncia también el portavoz del colectivo de presos políticos en la dictadura, Manuel Monge, que afirma que «os tempos son chegados» y resulta necesaria la retirada del distintivo, dando cumplimiento a la ley y reparando la memoria de víctimas y represaliados. A mayores de la placa conmemorativa ubicada en la casa natal del dictador, Monge denuncia la presencia de cerca de 84 símbolos franquistas en once ayuntamientos de la comarca. A tenor de la aprobación de la nueva ley de Memoria Democrática, en vigor desde octubre, el colectivo estudia la posibilidad de llevar el asunto de la simbología franquista de la ciudad por la vía judicial.
Más allá de la casa de Franco
Por su parte, el portavoz del BNG, Iván Rivas, coincide con Monge en ir más allá del inmueble propiedad de la familia Franco y señala otros símbolos como la placa grabada en piedra que recoge el agradecimiento de la ciudad al caudillo por la urbanización de la plaza de España, datada del año 1953, o el monumento dedicado al ministro franquista Camilo Alonso Vega, en el exterior del hospital Juan Cardona.
En este sentido, desde el grupo municipal nacionalista ponen el foco en el avance que supone el monumento memorial a las víctimas del franquismo, que está previsto erigir en el parque Antón Varela de Canido y que está elaborando el escultor Manuel Patinha de manera altruista.
Constituir una Mesa de Memoria Democrática
No obstante, para Rivas resulta clave la constitución de una mesa municipal de Memoria Democrática, con el objetivo, señala, de que «ao igual que acontece noutros concellos, se poida, cando menos, debatir desde a pluralidade». La edila de Patrimonio Histórico, Eva Martínez Montero (PSOE) se pronuncia precisamente a este respecto, avanzando que, la pasada semana durante el último encuentro para la construcción de la estatua del memorial, se acordó trabajar en la redacción de unos estatutos para la conformación formal de la mesa municipal.
«La Mesa será la que trabaje en la aplicación de la Ley de Memoria Democrática que, entre otras funciones, va a tener la de eliminar aquella simbología que no cumpla la ley», ahondaba Martínez Montero dejando abierta la posibilidad de solicitar la placa de la casa natal de Franco si así lo dictamina la mesa.
«Por respeto, ya no solo al pleno sino a las entidades que trabajan en esta línea, lo razonable es esperar a que se constituya, que se está trabajando en el reglamento para que quede institucionalizada», subraya la titular del área de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Ferrol. El plazo que se marca el gobierno local para la materialización formal de esta vía de participación tiene el mes de mayo, coincidente con los comicios municipales, como fecha límite para su conformación, según ratifica Martínez Montero.
Con relación a la citada mesa, a la que la edila invitó a participar al propio colectivo encabezado por Manuel Monge durante una intervención plenaria este 2022, el colectivo de presos en la dictadura muestra su total disposición a tomar parte, con la finalidad de poder aportar sus apreciaciones en materia de simbología franquista existente en la ciudad. «Somos os máis interesados en aplicar a Lei», concluye Monge, que demanda «coherencia» a la corporación ferrolana, con la vista puesta en que Ferrol pueda despojarse definitivamente de la etiqueta de ciudad natal del dictador.

La última estatua de Franco en Galicia: de presidir Ferrol a acabar en un contenedor
Presidió orgullosa desde su pedestal la principal entrada a Ferrol durante 35 años. Su ciudad natal conservaba la última estatua existente en Galicia dedicada a Francisco Franco. Esta es la historia de cómo en dos decenios su escultura más polémica pasó de emblema a acabar escondida en un contenedor. El dictador se alzaba a caballo en el centro de la gran rotonda que articulaba el tráfico de 13.700 vehículos cada día. Hasta aquella recordada noche del 4 de julio de hace ya veinte años. Sus seis toneladas de bronce y el armazón que lo enjaulaba adelantaban el destierro al que sería condenado este símbolo del franquismo. Con él, el Gobierno local, presidido entonces por el BNG y del que también formaba parte el PSOE, se anticipaba cinco años a la llegada de la Ley de Memoria Histórica con la coartada de remodelar la plaza para crear bajo ella un aparcamiento subterráneo.