Rivero Taravillo, el papel crema y Piñeiro

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

20 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace apenas un instante, antes de empezar a escribirles yo a ustedes, estaba leyendo uno de los Cadernos del Centro Ramón Piñeiro para a Investigación e as Humanidades, en el que se reúnen cartas enviadas en su día por el propio Piñeiro a personalidades del mundo de la cultura como Filgueira Valverde, Gabriel Celaya, Agustín Sixto Seco (que por cierto era mugardés de nacimiento) y el ferrolano Miguel Carlos Vidal. En edición de Luis Alonso Girgado, Élida Abal y Alexandra Cillero, el volumen permite seguir profundizando en la fascinante y poliédrica personalidad de Ramón Piñeiro —a quien tanto veneraba, por cierto, Carlos Casares— a través de su epistolario. «A miña recuperación vai paso a paso», le dice Piñeiro, en septiembre de 1988, a Sixto Seco (médico de profesión e impulsor de iniciativas como el Museo do Pobo Galego). Piñeiro le recuerda a Sixto, además, bromeando sobre su propia salud, una anécdota de Otero Pedrayo en la que cuando el señor del Pazo de Trasalba le comentaba a un vecino que lo veía muy bien tras haber estado enfermo, este le respondía, con un humor que era sobre todo ironía, aquello de «mire, don Ramón, eu queixar non me queixo», pera añadiendo que cada uno de los años que llevaba en este mundo era un testigo que tenía en su contra siempre.

A Carlos Vidal, letrado de profesión, uno de los grandes poetas gallegos en lengua castellana y confundador de la legendaria revista Aturuxo —que situó a Ferrol, durante años, en el epicentro de la mejor poesía española—, Piñeiro le dice en junio de 1961: «Mándolle un feixe de poemas galegos inéditos, moitos deles de poetas novos ou aínda non moi coñecidos. Tamén lle vai un de Méndez Ferrín, polo que vostede mostrara interés...».

Estos días estoy leyendo también Un hogar en el libro, de Antonio Rivero Taravillo, hermosamente publicado por Newcastle Ediciones en un elegante papel crema. Un papel muy similar, por cierto, al de los Cadernos del Centro Ramón Piñeiro. Rivero Taravillo, uno de los grandes poetas españoles, es, además, un prosista magnífico, como viene a demostrar en este libro nuevo, en el que mientras recuerda el tiempo en el que dirigió una de las mayores librerías del país abre una ventana que nos permite contemplar el mundo entero.

Profundo conocedor de la cultura irlandesa, de la tradición atlántica y de la lengua gaélica (tradujo al castellano La boca pobre, del formidable Flann O'Brien, uno de los mejores libros que he leído en mi vida), Rivero Taravillo es, además, uno de los grandes devotos que en nuestro país tiene Álvaro Cunqueiro. Don Álvaro, sí señor, que tan amigo era, todo sea dicho de paso, de Miguel Carlos Vidal. Y de Agustín Sixto Seco. Y por supuesto de Ramón Piñeiro.