«Mi entorno sabe que me dedico a la prostitución; siempre voy de cara»

FERROL CIUDAD

Anna demanda diálogo con las trabajadoras sexuales.
Anna demanda diálogo con las trabajadoras sexuales. JOSE PARDO

Anna, que vive en Ferrol y lleva cerca de una década ejerciendo, defiende la regulación

06 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Me faltarían vidas para conocer todo lo que conlleva el mundo de la prostitución». Así resume Anna, de 44 años de edad, la complejidad que, desde su punto de vista, entraña el entramado que subyace en el universo del trabajo sexual. Un sector que, según expone, le da de comer desde hace más de una década. «Por circunstancias empecé a ejercer y, aunque ha habido parones, sigo aquí y lo hago porque quiero», reflexiona.

Actualmente esta coruñesa tiene su residencia fijada en Ferrol y es en su propio piso donde, detalla, recibe a sus clientes. Una realidad de la que, según confiesa, es conocedora también su actual pareja. «Todo mi entorno sabe a lo que me dedico, por eso no me escondo. Una relación no se puede empezar con mentiras y a las cosas hay que llamarlas por su nombre», asevera la trabajadora sexual.

En este sentido, Anna reconoce que, a lo largo de estos años, hubo momentos en los que tuvo que tomarse un descanso. «Hay días en los que tienes ganas de quedarte llorando bajo las sábanas, pero yo entiendo que eso es algo que pasa en todos los trabajos», apunta.

Esta trabajadora sexual, que determina que pasa revisiones médicas exhaustivas cada seis meses, defiende la regulación de la prostitución y pone en duda la efectividad de un modelo abolicionista. «Actualmente, tenemos protección por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero no sé lo que va a pasar en el futuro cercano y si eso va a suponer una desprotección de los que trabajamos en esto», agrega.

Y es que, a pesar de haber optado por esta vía como sustento económico, Anna expone que no tiene pensado dedicarse a la prostitución toda la vida. «He parado cada vez que me salía un trabajo de otra cosa y con mis ahorros tenía pensado estudiar criminología a distancia», relata la trabajadora sexual.

Límites y obstáculos

El estallido de la pandemia truncó sus planes, ya que, explica, durante el confinamiento hizo uso de sus ahorros para sobrevivir y evitar tener que atender a clientes, exponiéndose a una situación de riesgo. Porque para Anna los límites siempre han sido muy importantes. «Yo fijo unas condiciones y marco un precio y si la otra parte no está interesada no hay más que hablar; es una cuestión de respeto. Yo, al finalizar la jornada, aparco el teléfono que tengo para los clientes y me centro en mí; en llevar una vida normal», expone.

Sobre el transcurso de su vida en pareja, Anna reconoce que hay momentos en que, a causa de su trabajo, evita cualquier tipo de contacto físico. Un extremo que, indica, no le ha supuesto ningún problema en su relación. «Nos queremos y esto es algo que está hablado. Soy una persona con la mente muy abierta y la vida puede ser bonita y sencilla», ahonda.

Esta trabajadora sexual entiende, no obstante, que hay mujeres que se encuentran en una situación de trata o esclavitud sexual y subraya que es, precisamente en evitar estas situaciones, donde hay que dirigir los esfuerzos.

El equipo del centro de día de Oblatas-O Mencer.
El equipo del centro de día de Oblatas-O Mencer. JOSE PARDO

Alertan de los riesgos de las nuevas tecnologías

Precisamente en el centro de día Oblatas-O Mencer trabajan con mujeres en contextos de prostitución, tanto a nivel de asesoramiento sanitario como de acompañamiento y ofrecimiento de alternativas laborales y formativas.

Su coordinador, Roberto Ferreiro, explica que cada «caso es un mundo» y el desarrollo de su labor huye de imposiciones y de paternalismos. «Es un proceso de aprendizaje mutuo, que parte de una situación de vulnerabilidad». Por ello, en Oblatas entienden que la legislación debería estar enfocada en «ofrecer recursos a las personas y no tanto en el delito en sí mismo». A raíz del confinamiento, Oblatas ha detectado un aumento de los desplazamientos de las prostitutas al punto que marca el cliente, en detrimento de los pisos o los clubes. «La desaparición de los anuncios y el incremento de las comunicaciones directas por redes sociales dificultan mucho nuestro trabajo de campo», exponen y alertan del reto que supone para entidades como la suya la universalización de las nuevas tecnologías en el sector.