Raquel Abeledo: «Navantia es sinónimo de hogar y de poder regresar a vivir en mi ciudad»

Beatriz García Couce
BEATRIZ COUCE FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Pedro Abeledo, con su hija Raquel, que se incorpora a la factoría 71 años después que su padre
Pedro Abeledo, con su hija Raquel, que se incorpora a la factoría 71 años después que su padre JOSE PARDO

Siete décadas después de que su padre, Pedro, entrase como aprendiz en Bazán, ella vuelve a Ferrol tras ser seleccionada para Reparaciones

03 oct 2022 . Actualizado a las 08:06 h.

Han transcurrido 71 años, pero recuerda sin pestañear que fue el 18 de octubre de 1951 cuando entró como aprendiz en Bazán. Pedro Abeledo (Ferrol, 1937) tenía catorce años al poner por primera vez un pie en el astillero de Esteiro. En este octubre del 2022, su hija Raquel, ferrolana del 71, vive sus primeras semanas en la compañía pública, hoy Navantia, en un puesto de gestora sénior de contratos en el departamento de Compras de Reparaciones. Una selección que no solo le proporciona una estabilidad laboral en el principal motor industrial de la comarca y en una empresa puntera del naval internacional, sino que le permite regresar a su ciudad, catorce años después de que emprendiese su periplo laboral lejos de su tierra. «Para mí, ahora Navantia es sinónimo de hogar. Además de la vuelta a casa ferrolana, también lo es a la casa en la que empecé a crecer profesionalmente», recuerda esta ingeniera técnica industrial, que vuelve a la urbe naval desde San Fernando (Cádiz), en donde residía.

Poco se parecen las condiciones en las que va a desarrollar su trabajo a las que vivió cuando casi era un niño su padre. «Nos repartieron en cinco grupos, y me tocó el G-1, el de maquinaria», recuerda el progenitor, haciendo gala una vez más de una memoria imbatible. «Tenías cuatro años de aprendizaje. Por las mañanas ibas a la escuela casi como una continuidad a los estudios, y por la tarde trabajabas; también los sábados», evoca. Tras ese período, salió oficial de tercera. «Yo era fresador», recuerda. «Cuando era pequeña, pensaba que eso era hacer fresas», interviene entre risas su hija.

Empleo sénior

Raquel accede ahora a una plaza sénior, es decir, las reservadas en el plan estratégico de la compañía a trabajadores con más de cuatro años de experiencia en el puesto ofertado, y lo hace con 51 primaveras, después de atesorar una trayectoria profesional estrechamente vinculada al naval y enriquecida tras haber trabajado en compañías auxiliares y también en Isdefe, compañía del Ministerio de Defensa.

Pedro Abeledo, sin embargo, siempre creció laboralmente en Bazán, en donde fue una de las figuras clave en la defensa de los derechos de los trabajadores. «En el año 54 hicimos una huelga del bocadillo. A los aprendices nos daban uno de carne de ballena, asqueroso, y decidimos no cogerlo cuando pasábamos por el cesto. Conseguimos que nos lo mejoraran», recuerda. Después de ir ascendiendo profesionalmente —evoca que la única plaza convocada para oficial de primera el año que se presentó él, la ganó— en 1976 entró en el comité de empresa representando a CC. OO. «cuando se hacía el consejo de delegados». En esos cometidos vivió mil avatares, pero también fue consciente de la solidaridad imperante entre los trabajadores. Su compromiso con la mejora de las condiciones laborales se extendió más allá de las murallas, siempre con el diálogo y la templanza por bandera. «En el 82 fui elegido secretario del comité; estuve en las negociaciones de cinco convenios colectivos y en las de la remodelación de los puestos de trabajo. Además, por las tardes y en mis ratos libres negocié convenios del sector de las minas de Moeche, los salazones de Cariño, de los estibadores; fui consejero del Puerto», y un largo etcétera de responsabilidades en el sindicato.

El ingreso de su hija en la factoría ferrolana lo asume ahora «con gran satisfacción en todos los aspectos, tanto familiar como profesional» y recuerda que, cuando ella tenía 18 años, la convenció para que se presentase como aprendiz a la entonces Bazán. «Aprobó el primer examen, pero no me lo contó porque quería irse a estudiar a Vigo». Ahora, cierra el círculo en una factoría en la que, tras la maternidad de sus trillizos, hizo unas prácticas de un máster de Prevención de Riesgos Laborales. «Los niños tenían un año y supuso mi reenganche al trabajo». De eso hace dos décadas, en las que, tras trabajar para compañías auxiliares en los astilleros de Fene y Ferrol, ha vivido en Cartagena y San Fernando y ha tenido un cuarto hijo.

Raquel aprecia el salto que está experimentando el astillero al hilo del plan estratégico. «Lo que se está haciendo muy bien es que conviva gente que tiene muchos años de experiencia y aún no se jubiló, con otros que venimos de fuera y no solo trabajamos en el naval, y también con gente joven», subraya. «Se respira la apuesta por el astillero», añade a la par que coincide con su padre en que ese empuje es importante también para Ferrol, porque «Navantia forma una parte muy importante de lo que es esta ciudad».