Manuel Otero: «En mi tienda vendo la lavadora, voy yo a instalarla y a resolver todas las dudas»

Hace casi tres décadas que Manuel Otero Pérez está al frente de una tienda de electrodomésticos en una calle peatonal del centro de Ferrol: Sonimaxe, en el número 70 de la calle Magdalena. Se encuentra con los ojos cerrados, porque este negocio le pone la banda sonora al barrio: a diario suenan los éxitos de las últimas décadas, preferentemente de los 90. Justo la época de cuando comenzó a trazar los planes para su comercio, que resiste a pesar de la competencia feroz de las grandes superficies. La clave está al otro lado del mostrador: «Aquí soy yo solo, vendo todo tipo de productos y si no los tenemos los conseguimos sin ningún tipo de problema», cuenta Manel, como le conocen sus clientes y para los que mima mucho sus escaparates: además de artículos nuevos y con aire retro hay una exposición de radios antiguas.

En el 1979 comenzó como trabajador en la tienda Telstar en los bajos de la plaza de Armas. Un empleo que terminó en el 92, un año antes de abrir Sonimaxe, donde la filosofía sigue como hace décadas: los clientes tratan con él cuando están escogiendo la compra. Cuando la nevera, la encimera o la lavadora llega a casa se encuentran de nuevo a Manel enfundado en su mono. Él asesora, sirve el producto a domicilio y resuelve todas las dudas hasta que se jubila el aparato. Así que muchas veces empieza muy temprano para llevar los pedidos antes de abrir la tienda o se queda sin comer, para cumplir al mediodía: «Es muy importante que sea la misma persona la que aconseje, la que vende y la que se encarga del servicio de transporte o de puesta en marcha, en mi tienda yo vendo la lavadora, voy yo a instalarla y a resolver las dudas cuando sea, prefiero que me llamen antes de avisar al servicio técnico», enfatiza.

Las garantías

Manel repite una y otra vez que le gusta llamar a sus compradores por el nombre de pila y que ellos sepan de memoria el suyo: «En una gran superficie eres uno más, aquí no». Es tan importante este punto, que este tendero de 62 años teje relaciones de por vida: «Me llaman y soluciono problemas incluso cuando las cosas están fuera de garantía, esto es una tienda de barrio».

Tal vez por eso la mitad de sus compradores son personas que conoce de cuando trabajaba en los bajos de la plaza de Armas, aunque cada vez atiende a más caras nuevas. «El boca a boca funciona en este sector y muchas veces se valora tener un sitio de referencia, no solo me llegan personas mayores a las que les da pereza ir a una gran superficie, hay de todo», cuenta un viernes, poco después de instalar una lavadora y tras cambiarse de ropa para atender una tienda que volverá a abrir el sábado, no sin antes cumplir con otro recado: subir un electrodoméstico pesado a un piso alto sin ascensor. Y eso que después de acudir a Sonimaxe nunca llama un encuestador: «Ya me lo cuentan todo a mí los clientes».

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