Malestar en la familia del fallecido en Prioriño: «Si no fuera porque tengo un primo que es buzo, aún estaríamos sin mi hermano»

B. A. FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Imagen de la zona donde desapareció el pescador, cerca de Cabo Prioriño
Imagen de la zona donde desapareció el pescador, cerca de Cabo Prioriño JOSE PARDO

El cuerpo de Alejandro Manso fue hallado el pasado sábado en el interior de una gruta, a doce metros de profundidad

28 jul 2022 . Actualizado a las 09:50 h.

«Si no llega a ser porque tengo un primo que es buzo, aún estaríamos sin mi hermano». A medio camino entre la pena y la rabia, Manuel Manso Méndez no puede ocultar el malestar que siente toda su familia por la actuación del dispositivo de búsqueda que se activó después de que su hermano Alejandro, de 55 años y vecino de Narón, desapareciese el pasado miércoles en la zona de Cabo Prioriño, en Ferrol, adonde había ido a pescar con la caña. 

El hermano del fallecido recuerda que fue un primo suyo, Enrique, de 62 años, y un amigo de este último, de 65, quienes rescataron el cuerpo de Alejandro el sábado por la tarde, después tres días de angustiosa espera. «Tuvieron que ir dos abuelos a rescatarlo, estamos indignados. El viernes por la mañana nos dijeron que ese mismo día vendrían los buzos de la Guardia Civil, pero llegó la tarde y nos avisaron de que ya no vendrían hasta el domingo, así que mi primo Enrique decidió ir a buscarlo él mismo al día siguiente. Me dijo que no se perdonaría en la vida no intentarlo», relata Manuel Manso.

Enrique, buzo profesional retirado y aficionado a la pesca submarina desde hace años, contó con la ayuda de tres amigos para rescatar el cuerpo de su primo. Los cuatro salieron desde el muelle ferrolano de Curuxeiras en una embarcación particular, y al llegar a la roca de O Sereno, desde la que el pescador se precipitó al agua, dos de ellos se quedaron en la lancha, mientras que Enrique y otro amigo se lanzaron al mar con las botellas. «Lo localicé treinta metros adentro de una gruta situada junto a la roca de la que cayó, a unos doce metros de profundidad», relata el primo del pescador.

Enrique también explica que se adentró en la cueva sujeto a una cuerda de seguridad atada por el otro extremo a su compañero, que se quedó en la «puerta de entrada» a la cavidad, y tras haber inspeccionado la zona durante tres días «para ver cómo se comportaba el mar en esa zona». Cuando se zambulló en el mar el pasado sábado, antes de adentrarse en la cueva, Enrique pudo ver el anzuelo de la caña enganchado en la parte baja de la roca de O Sereno, por lo que sospecha que Alejandro descendió para intentar recuperarlo y fue entonces cuando una ola lo tiró al mar y lo empujó hacia la gruta, donde después encontró la caña y el cuerpo.

El hermano del fallecido lamenta que fuese la propia familia la que rescatase a Alejandro y que los medios que se movilizaron no se acercasen más a la roca desde la que el pescador cayó al mar. «Había una lancha, pero estaba por lo menos a cien metros de la costa, y los medios terrestres permanecieron arriba en el monte, como nosotros, no bajaron a la roca», apunta su primo Enrique. 

JOSE PARDO

Desde el 112 indicaron que se movilizaron todos los medios posibles desde el mismo momento del aviso (Salvamento Marítimo, Servicio de Gardacostas de Galicia, Guardia Civil, Policía Nacional, así como Bomberos, Protección Civil y Policía Local de Ferrol,). Por su parte, fuentes de la Guardia Civil señalaron que el jueves estuvo en la zona una embarcación del GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) y el viernes se le comunicó a la familia que los buzos no podrían ir hasta el domingo, debido a las condiciones meteorológicas y el estado del mar.

«Todo corazón»

«Ahora al menos podemos descansar, porque mi hermano ya está en el cementerio de Santa Rita, en Narón», dice Manuel Manso con agradecimiento hacia su primo y los amigos que lo apoyaron en el rescate. De Alejandro, su hermano, carpintero de profesión, cuenta que «era todo corazón», «muy cariñoso» y que «siempre estaba ahí para ayudar a todo el mundo».  

Además, asegura que no era ningún incauto y solo acudía a pescar a Cabo Prioriño en primavera y verano. «La afición a la pesca le venía de familia, pescaba desde hace mucho tiempo y yo creo que lo que le ocurrió fue una fatalidad. Algo así te puede ocurrir por novato o por un exceso de confianza, y a él fue esto último lo que le hizo perder la vida», apunta Manuel. Y sobre la roca de la que cayó su hermano, advierte: «O Sereno da peixe, pero también quita vidas».