—¿Cuáles son las principales diferencias entre las dieta ártabra y la dieta mediterránea?
—En lo que se refiere al territorio, la dieta mediterránea engloba una zona geográfica más amplia que la ártabra. Y en cuanto a los alimentos, la base de la dieta ártabra son sobre todo los productos del mar, mientras que en la mediterránea predominan más las hortalizas, los cereales integrales, los frutos secos, el consumo moderado de carnes blancas y el aceite de oliva virgen extra.
—Este último es sin duda es el producto estrella de la dieta mediterránea. ¿Cuáles son sus beneficios desde el punto de vista nutricional?
—Verdaderamente es ‘oro líquido' y yo siempre recomiendo su uso, tanto en crudo como para guisar o freír. Si el bolsillo lo permite, siempre es mejor optar por un aceite de oliva virgen extra que por cualquier otro tipo de aceite. En cuanto a los beneficios para la salud, son muchísimos y existen estudios que demuestran que su consumo reduce en un 30 % la incidencia de las enfermedades cardiovasculares. También reduce en un 40 % el riesgo de desarrollar diabetes tipo II, y hasta en un 60% el riesgo de padecer cáncer de mama.
—Antes hablaba de la importancia de los frutos secos en la dieta mediterránea. ¿También son buenos para el corazón?
—Los frutos secos poseen grasas insaturadas, y al igual que el aceite de oliva virgen extra, ayudan a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y disminuyen los niveles del colesterol malo.
—¿Por qué cree que en Galicia se consumen menos que en la costa mediterránea?
—Aquí comemos bastantes nueces, pero otros frutos secos, como las avellanas o las almendras, las tenemos más olvidadas, porque no hay tradición de cultivo y tal vez porque tienen fama de que engordan mucho debido a su alto aporte calórico. Sin embargo, las grasas de los frutos secos son muy beneficiosas para la salud y se recomienda tomar al día una ración de unos 30 gramos.
—¿Y de aceite de oliva virgen extra? ¿Qué cantidad recomienda de forma diaria?
—Unos 40 gramos, es decir, cuatro cucharas soperas al día.
—A pesar de sus diferencias, la dieta mediterránea también tiene puntos en común con la dieta ártabra.
—Las dos tienen cosas muy buenas y es que están basadas en el producto de cercanía y de temporada. Además, las dos resultan muy beneficiosas para la salud cardiovascular.