El debate sobre la retirada de la estatua de González-Llanos en Ferrol: cómo aprobar una cosa y la contraria en cuarenta días

FERROL CIUDAD

La polémica estatua de González-Llanos preside la rotonda de una de las principales vías de acceso a la ciudad.
La polémica estatua de González-Llanos preside la rotonda de una de las principales vías de acceso a la ciudad. CÉSAR TOIMIL

La escultura no se moverá tras salir adelante otra moción que reivindica el legado del fundador de Astano

11 may 2022 . Actualizado a las 00:04 h.

Ferrol dio una nueva muestra de su manejo magistral de la aritmética variable. Todo es posible en el pleno ferrolano. Incluso aprobar una cosa y su contraria en menos de cuarenta días. El capítulo de este lunes duró más que una película estándar: 104 minutos de trama que culminó con el acuerdo que contradice lo votado en la sesión que se cerraba más allá de la medianoche del último día de marzo. Aquel día 31, el colectivo de presos políticos de la Dictadura en Ferrol defendía una moción pidiendo la retirada de distinciones y simbología franquista en la ciudad, incluida la estatua que recuerda a José María González-Llanos y Caruncho, que fue director de Bazán y fundador de Astano, y su consideración de Hijo Predilecto de Ferrol. Entonces salió adelante sin ningún rechazo. BNG y Ferrol en Común presentaron oficialmente ante aquel pleno la iniciativa del colectivo antifranquista. Y a los suyos se sumaron los votos del PSOE, reeditando el bloque de izquierdas que permitió al socialista Ángel Mato acceder a la alcaldía y presidir un gobierno en minoría, con ocho de los veinticinco concejales. El PP se abstuvo. Pero tras el revuelo generado por una votación que, en teoría, implicaba desalojar la efigie de bronce de la avenida de Esteiro, las posiciones se reajustaron.

Apenas unos días después, el alcalde, Ángel Mato, aseguraba que había sido «un error» votar conjuntamente y a favor la iniciativa. Y el PP anunciaba la presentación de una nueva moción pidiendo la permanencia de la estatua y buscando respaldo al reconocimiento del legado de la figura del ingeniero naval que, entre otras cuestiones, gestó la Escuela de Aprendices o creó la empresa Fenya. Y que da nombre, además, a un premio de investigación de ingeniería y arquitectura que convocaba de forma bienal el Concello de Ferrol hasta el 2018, y que los populares pedían, de paso, que se recuperase.

Esta nueva moción sobre el mismo tema llegaba al pleno el lunes, en la continuación del pleno de abril que quedó inconcluso. Y que tendrá -como viene siendo habitual en los últimos meses-, una tercera parte, al no lograr concluir el orden del día antes de la medianoche. Y ahí entró de nuevo en juego la geometría variable de la política ferrolana, con el PSOE apoyando esta vez al PP, que sumaron los 20 votos que justifican sobre el papel que la estatua se quedará donde está. En la práctica ya lo iba a hacer. Las mociones plenarias no son de obligado cumplimiento, y el gobierno local ya había avanzado que no tomaría una decisión de ese calibre sin un «amplio consenso» que lo avalase.

El guion comenzaba como aquel 31 de marzo, con Manuel Monge hablando en nombre del colectivo de presos políticos de la zona represaliados en la Dictadura. «Isto non vai de estatuas. Isto vai de que facer cos restos do franquismo en Ferrol máis de 45 anos despois», proclamaba. Pero también iba del monumento, que pivotó el debate de la sesión. «¿Quedan en Alemaña ou Italia algunha estatua dalgún contralmirante da armada nazi ou da armada fascista nestes países democráticos?», se preguntó de forma retórica. Y frente a la «historia oficial», una «biografía branqueada», defendió, que habla de González-Llanos en su papel de ingeniero, catedrático y figura decisiva para el desarrollo de la construcción naval en la ría, contrapuso la «silenciada». Según Monge, el ferrolano apoyó la sublevación fascista de 1936. En agosto de ese año cesó como director de la Sociedad Española de la Construcción Naval y embarcó como capitán de corbeta en el crucero Canarias. «O Canarias non era un cruceiro turístico», ironizó, remarcando su papel en la batalla de cabo Espartel y más tarde, en la Desbandá, el nombre con el que se conoce el ataque del bando sublevado a miles de civiles que huían por la carretara de Málaga a Almería. Para entonces, González-Llanos ya no no pertenecía a la tripulación, ya que en noviembre de 1936, como capitán de navío desembarcó y retornó a su puesto como director del astillero. Pero quienes piden la retirada de la estatua apelan a la inscripción en el pedestal: La Marina a su contralmirante (1958). También recuerdan que en 1981, la primera corporación democrática borró del callejero el nombre de González-Llanos, que bautizaba la carretera de Circunvalación. «Tiñan memoria democrática e sabían perfectamente que González-Llanos foi director de Bazán e fundador de Astano e Fenya», recordó Monge. En marzo de este año, Defensa borraba también del Arsenal esa denominación, junto a otros ocho nombres, aunque apelando a una medida para «optimizar la eficiencia». Evitaba así cualquier tipo de alusión a la ley de memoria histórica y a las reiteradas peticiones de entidades y grupos políticos que desde hace años venían reclamando la supresión de las denominaciones otorgadas durante el franquismo.

La tensión afloró en varios momentos del pleno. Y entre el público se levantaron voces de protesta durante algunas intervenciones, hasta el punto que el alcalde, tras numerosas peticiones de silencio y advertencias de expulsión, instó a uno de los asistentes a abandonar el salón. El portavoz del grupo municipal del PP, José Manuel Rey Varela, fue el que más sufrió estas interrupciones. Defendió ante el pleno un discurso en el que argumentaba la nueva moción. «Unha cidade non gañará o seu futuro se non é capaz de recoñecer o legado daqueles que contribuíron a súa construción». Y bajo esta premisa, glosó la figura de González-Llanos acudiendo a las biografías escritas por Guillermo Llorca y Jaime Antón Viscasillas. En el pleno de marzo, el PP había justificado su abstención en que no podía votar en contra de una moción a raíz de una resolución de la ministra de Defensa, retirando el nombre de González-Llanos del Arsenal y buscando el cumplimiento de las directrices sobre memoria histórica. Y el pleno, alegaba entonces, «debe cumplir la ley, guste o no». Sin embargo, el lunes destripaba la literalidad legal para argumentar que el del protagonista no se encuentra entre los casos que veta la norma: ni en el ámbito material -donde, precisó, solo se incluyen escudos, placas y otros elementos «con carácter o finalidad conmemorativa»- ni en el teleológico, ya que se refiere a objetos que exalten la Guerra Civil o la represión contra la Dictadura. Y tampoco en el ámbito administrativo, ya que la retirada de esos vestigios y distinciones requieren, advirtió, de una causa jurídica que justifique la actuación administrativa, inexistente en este caso. Además, recordó que la resolución oficial publicada en el Boletín Oficial de la Defensa sobre el cambio del callejero del Arsenal no hace mención alguna a que la supresión del nombre responda al ámbito de la memoria histórica. También recordó que el propio pleno ferrolano aprobó la construcción y el emplazamiento de la estatua, y el correspondiente compromiso de gasto de 4,5 millones de, entonces, pesetas, en el año 1998.

La propuesta del PP incluía además un segundo punto en el que pedía que se convocase de nuevo este año el premio de investigación de ingeniería naval y arquitectura González-Llanos que convoca el Concello desde 1984 con carácter bienal, paralizado desde 2018.

La moción popular salió adelante por el apoyo del gobierno local, que lo supeditó a la inclusión de una enmienda que enunció in voce la concejala de Patrimonio Histórico, Eva Martínez Montero, consistentes en dos añadidos al principal punto del acuerdo. La primera, la matización «como enxeñeiro e director de Astano» al reconocimiento al legado ferrolano de González Llanos. Y terminar con la coletilla «sempre en cumprimento da lei». La concejala tuvo el difícil papel de argumentar el cambio de postura del gobierno local. Recordó primero la puntualización realizada ya en marzo, cuando, antes de que los ediles del PSOE levantaran la mano apoyando su supresión, advertía de que cualquier decisión relacionada con la simbología franquista debía someterse al criterio de la Mesa de Memoria Histórica, un organismo creado pero que carece todavía de facultades consultivas. «O PSOE comezou dicindo que votaba a favor porque compartía o cen por cento da esencia desa moción», señaló. «Seguimos considerando que o lugar axeitado para falar disto» es esa mesa, lo que no impidió que deslizase que «non é o máis acaído retirar esa estatua».

Ferrol en Común y BNG mantuvieron sus posiciones. El edil de FeC, Suso Basterrechea, defendió que González-Llanos fue «un militar golpista que embarcou nunha Guerra Civil que acabou coa democracia». Subrayó el cambio de postura referente a este tema del gobierno local y del PP. Y recordó que la cuestión de la estatua fue la que propició la división de la asociación de vecinos de Esteiro y «de feito, a que pervive, non é a que levantou a estatua». Y además, incidió en que la botadura del superpetrolero Arteaga, uno de los grandes hitos cuyo mérito se atribuye en gran parte a González-Llanos, se produjo en 1972, solo un mes después de los sucesos del 10 de marzo en Ferrol, en el que la policía franquista mató a tiros a Amador Rey y Daniel Niebla, dos trabajadores de Bazán, en una manifestación.

«O que fixeron en 1981 pretenden revisalo en 2022», recriminó Iván Rivas, portavoz municipal del BNG en Ferrol. «Esta cidade é capaz do mellor e do peor», añadió, calificando de «extemporáneo» e «anacrónico» un debate sobre el que la corporación ya se pronunció cuando en los ochenta se retiró el nombre de González Llanos de la carretera de Circunvalación. Tachó de «inaceptables» los argumentos emitidos por el PP y pidió «honestidade política» a populares y socialistas «neste xogo de trileiros nos que se presenta unha moción pensando que as repercusións van ser inapreciables, e ao ver que a importancia que ten, teñen que recuar». 

A la derecha, el ingeniero naval y empresario José María González-Llanos, que impulsó la construcción naval en la ría de Ferrol.
A la derecha, el ingeniero naval y empresario José María González-Llanos, que impulsó la construcción naval en la ría de Ferrol.

González-Llanos, el hombre que modernizó la construcción naval

A José María González-Llanos y Caruncho se le atribuye el mérito de haber modernizado la construcción naval en España y también haber sentado las bases para el desarrollo del sector en la ría de Ferrol. Nacido en 1889 en una familia de tradición marinera ingresó como aspirante de la Armada a los catorce años. Después vendría una larga formación militar -llegó a ser contralmirante honorario- y también como ingeniero naval. Y en 1929 entra en la Sociedad Española de Construcción Naval, el germen de lo que se convertiría en Bazán, y fue nombrado director de la factoría de Ferrol en 1935. En ese período se diseñaron y construyeron varios buques de la Armada, entre ellos, los cruceros Baleares y Canarias, en el que embarcaría durante unos tres meses en la Guerra Civil. Después retornó a su puesto en el astillero y en 1938 creaba la Escuela de Aprendices, para preparar al personal que permitió calificar este centro como un precedente de las universidades laborales creadas más tarde por el Gobierno. También fundó la empresa Fabricaciones Eléctricas Navales y Artilleras (Fenya), de gran proyección, incluso a nivel internacional, con la explotación de patentes en equipos eléctricos para las Fuerzas Armadas. En 1949 dejó la dirección de la Empresa Nacional Bazán para dedicarse a su propia empresa, inicialmente pequeña pero que se convertirán en unos años en uno de los mayores astilleros del mundo: Astano. Y bajo su mando se construyó el Arteaga, el petrolero que se convirtió en su mayor hito y de cuya botadura, en 1972, se cumplieron recientemente 50 años. González-Llanos, que falleció en 1990, estuvo casado con Ignacia Galvache Cerón y tuvo dieciséis hijos, de los que vivieron trece, tres de ellos entraron en la Armada y dos son ingenieros navales.

Quienes estudiaron su figura destacan de él su fuerte personalidad y convicciones, pero también el trato cercano que tenía con sus subordinados, a quienes conocía por su nombre y apellidos. Jaime Antón Viscasillas recordaba de él con motivo de la inauguración de la estatua su inteligencia y espíritu optimista, pero también su «gran preocupación social hacia todos sus colaboradores y subordinados». En una carta al director publicada en La Voz en 1999, recogía que «su lealtad al Caudillo y patriotismo le llevaba al convencimiento de que sus grandes objetivos requerían un contexto autoritario». Y que «equivocado o no, Ferrol y su comarca entera le debe gran parte de su desarrollo industrial y económico».

El humorista gráfico y escritor ferrolano Siro López le dedicó en 2013 un extenso artículo en La Voz en el que desvelaba los aspectos más desconocidos de su faceta personal. Y destacaba el «respecto e consideración» que González-Llanos, «home do 18 de xullo», tuvo para los vencidos en la Guerra Civil. En este sentido recordaba una anécdota en la que en una botadura de Bazán, franco le preguntó si había muchos rojos en la empresa. Llanos respondió: «Suficientes, excelencia». Y cuenta que huelguistas no readmitidos en la Constructura Naval entraron en Astano, así como maquinistas navales expulsados por servir en barcos de la República entraron en el astillero y en Fenya. 

Una tonelada de bronce de 2,40 metros de altura

El objeto de la polémica se erige en la principal rotonda de la avenida de Esteiro. Sobre un pedestal y señalando con su mano derecha hacia los astilleros que dirigió se yergue la estatua de bronce de 2,40 metros de altura. Lleva el sello del escultor Guillermo Feal y se fundió en los talleres de la Armada. Aunque también a este respecto existe controversia, la iniciativa de levantar un monumento a José María González-Llanos partía aparentemente de la Asociación de Vecinos de Esteiro. En 1995 su entonces presidente, Manuel Miraz Fernández, presentaba en una reunión con el almirante jefe de la Zona Marítima del Cantábrico la pretensión de levantar esa escultura en el barrio. No se hizo realidad hasta 1999, cuando el 17 de septiembre se inauguró oficialmente la estatua con la presencia del conselleiro de Industria, Antonio Couceiro, y el primer teniente de alcalde, el socialista Bonifacio Borreiros. Aquel acto sirvió de homenaje al ingeniero que lideró una de las etapas de mayor crecimiento de la construcción naval. Se resaltaron sus «excepcionales cualidades» como marino, profesor y «hombre de empresa». Y también su faceta como autor de algunos libros que entonces todavía eran, señalaron, de consulta para los estudiantes de ingeniería de la época. Para ejecutarla, el Ayuntamiento aprobaba en 1998 una partida de 4,5 millones de pesetas, aunque también aportó fondos la Autoridad Portuaria, organismo del que González-Llanos fue presidente durante ocho años.

Manuel Monge negó en el pleno que la escultura fuese una iniciativa popular, sino que partió, sostuvo, «dun antigo secretario xeral de Astano» y que «se utilizou á asociación de veciños» para este fin, «porque necesitaban o NIF da entidade, esa foi a suscrición popular que tivo», como asegura que se acreditó durante el proceso judicial a raíz del conflicto por el dinero destinado a la estatua.