«Por favor, no cerréis los ojos, necesitamos vuestra ayuda para integrarnos»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Mariia Osadeha, retrata este martes el centro cívico de Canido, donde la comunidad ucraniana refugiada en la comarca ha creado un punto de encuentro
Mariia Osadeha, retrata este martes el centro cívico de Canido, donde la comunidad ucraniana refugiada en la comarca ha creado un punto de encuentro JOSE PARDO

Mariia, peluquera de Kiev acogida en Ferrol, pide que el conflicto no caiga en el olvido y reclama más apoyo para facilitar trabajo y vivienda a los refugiados

04 may 2022 . Actualizado a las 10:36 h.

Mariia Osadeha, ucraniana de Kiev, debería estar ahora mismo en Egipto, disfrutando de un viaje sorpresa que su marido reservó para toda la familia el pasado mes de enero. Pero Putin y su guerra aparecieron en escena y pusieron su mundo patas arriba. Tras la invasión, ella huyó del país con sus dos hijos y encontró refugio en Ferrol, mientras su marido, sus padres y el resto de su familia tuvieron que quedarse en Kiev. «Yo tenía una vida estupenda en mi país. Trabajaba en una de las peluquerías más populares de la ciudad, mi marido también tenía un buen empleo, hacíamos muchas cosas, viajábamos un montón... Pero la guerra acabó con la vida que conocíamos y ahora sé que ya no puedo volver. Ucrania es un país destruido en el que no hay ningún futuro para mis hijos», cuenta esta mujer de 36 años.

Mariia forma parte de un grupo de cuarenta ucranianos que se han asentado en la comarca de Ferrol huyendo de la guerra y que han logrado entablar contacto gracias a un grupo de WhatsApp y un «punto de encuentro» en el centro cívico del barrio de Canido. Aunque hay algún hombre, casi todas son mujeres que viven con sus niños en casas de acogida. Y a pesar de que a muchas de ellas les gustaría contar su historia, han decidido que sea Mariia la que haga de «altavoz». «Es una gran comunicadora y una persona que te llega al alma cuando habla de su país, de su gentes y de sus sentimientos aquí y ahora», cuenta sobre ella Elena, una ferrolana que ha acogido en su casa de Canido a otra mujer ucraniana y su hija.

En la imagen, varias de las refugiadas ucranianas que se reúnen periódicamente en el centro cívico de Canido
En la imagen, varias de las refugiadas ucranianas que se reúnen periódicamente en el centro cívico de Canido JOSE PARDO

El mensaje que quiere transmitir Mariia a la población de la comarca —pero sobre todo a las administraciones—, suena a grito de auxilio. «Las familias con las que vivimos nos han ayudado muchísimo, y por ello les damos las gracias, pero también entendemos que algunas de ellas, no todas, pueden estar cansadas y necesitan seguir con sus vidas, no nos pueden acoger eternamente. Ahora necesitamos integrarnos y para eso precisamos la ayuda de las administraciones para poder encontrar un trabajo, acceder a una vivienda... Por eso les mandamos un mensaje claro a los ayuntamientos y a la Xunta. Por favor, no cerréis los ojos, no queremos ser solo refugiados, ahora necesitamos vuestra ayuda para integrarnos», apunta Mariia.

Esta ucraniana lamenta que los trámites para solicitar ayudas institucionales «son muy lentos», conllevan «mucha burocracia» y muchas veces les obligan a «ir de puerta en puerta» sin obtener respuesta.

Además, tras el bum solidario de las primeras semanas, Mariia teme que el conflicto caiga en el olvido o se diluya entre otras noticias de la actualidad. «La gente debe saber que esto no va a parar, la guerra va a seguir y puede extenderse a otros países europeos y desencadenar en una tercera guerra mundial, porque Putin está loco y hace cosas locas. Ucrania está sirviendo de escudo, pero no sabemos cuánto tiempo más aguantará», advierte.

JOSE PARDO

Por eso, Mariia pide a Europa que no se olvide de Ucrania. Y a las administraciones de la tierra que les ha dado cobijo, más ayuda para que los refugiados puedan recontruir su vida en Ferrolterra, lejos de la guerra. Ella reconoce que ha tenido mucha suerte, porque, tras casi dos meses en Ferrol, ha logrado un trabajo en una peluquería de la ciudad. Pero recuerda que su caso es excepcional, porque la mayoría de las refugiadas que están en la comarca sigue viviendo de prestado, sin trabajo, lejos de sus maridos y con mucha incertidumbre sobre el futuro. «Ojalá todas tengan la misma suerte que Mariia, porque son personas muy válidas, con formación, luchadoras y dignas de admiración», dice sobre ellas una ferrolana que les ha abierto las puertas de su casa.