Chamorro acoge, en el Lunes de Pascua, la primera gran romería de la primavera gallega

FERROL CIUDAD

Tras los dos años de parón provocados por la pandemia del covid, el santuario de Nosa Señora do Nordés vuelve a acoger una auténtica multitud de romeros

10 ene 2023 . Actualizado a las 16:14 h.

El monte Chamorro, coronado por la ermita de la Virxe do Nordés, volvió a resplandecer hoy, tan cerca del cielo, haciendo de Ferrolterra, por unas horas, el corazón espiritual de todos los gallegos. La romería, que el covid impidió celebrar en el 2020 y en el 2021, se celebra, por fin, de nuevo.

El día ha amanecido hoy con muchas nubes. Y a nadie le puede extrañar, a estas alturas del año, que algo llueva. Pero los paraguas, llegado el caso, pueden con todo. Especialmente en días de fiesta. «Mentras poidamos vir, ben nos vai -decía, hace un instante, un romero de gorra de paño y bastón de castaño-. Quen dea subido a Chamorro é que non está moi enfermo».

En el interior de la capilla, la imagen de Nosa Señora, tan venerada desde hace siglos, resplandece también. En su caso, a la luz de las velas. Y mientras tanto, alrededor del templo, donde la alegría tiene forma de reencuentro, hay, entre saludos sin fin y sonrisas que también son infinitas, rosquillas de dos colores y exvotos de cera; música de gaitas que atraviesa el viento y globos de mil colores; barcos de juguete para los niños, camisetas estampadas para gentes de todas las tallas y hasta almanaques que explican muy bien las fases de la luna y el ir y venir de las mareas.

Ramón Loureiro

Fueron dos años de parón, sí, los que provocó la pandemia del coronavirus, Pero, como salta a la vista, ni siquiera ese tiempo de hierro logró destruir la esperanza. Y Chamorro vuelve a acoger hoy, el Lunes de Pascua, la primera de las grandes romerías de la primavera gallega. Junto a la ermita de Nosa Señora do Nordés, donde el tiempo parece haberse detenido tantas veces, la vida renace otra vez. Y en un lugar decididamente mágico, en el que la fe se da la mano con algunas de las más ancestrales tradiciones gallegas -como la veneración del agua y de las piedras-, se dan cita, desde primera hoy de la mañana, romeros de todas las edades y de todas las procedencias. Unos llegan hasta el santuario caminando por el vial asfaltado que asciende desde la carretera que va a Covas. Y otros suben por el sendero viejo, por el que asciende, a través del monte, desde Serantellos.

En cualquier caso, la ascensión, caminando, nunca es fácil. Y subir hasta Chamorro andando, tanto por un camino como por otro, tiene su mérito.

La capilla está a los pies del firmamento. O, cuando menos, esa es la impresión que uno tiene al llegar hasta ella. Por eso, desde allí, se contempla un paisaje tan bello. Un paisaje que deja absolutamente asombrados a quienes no lo vieron nunca, y que conmueve, como siempre, a quienes vuelven a verlo.

Porque Chamorro es, sobre todo, una emoción. La emoción del reencuentro, que hoy se hace especialmente patente en quienes llevaban tiempo sin verse, y en la romería de Nosa Señora do Nordés se han visto de nuevo.

La Virgen de Chamorro, tan avogosa y tan milagreira, tan protectora de los navegantes pero tan auxiliadora, también, frente a todo tipo de males, vuelve a una congregar a una auténtica multitud de romeros en lo alto de un monte que, en especial para los ferrolanos -aunque bien podría decirse que, por extensión, para los gallegos- es un verdadero símbolo. El símbolo de la victoria sobre las sombras y de la esperanza en un futuro nuevo.

«Quero dar as grazas a todos cantos nos axudan» -dice el párroco de Serantes, José Rey-. «Desde á xente da parroquia ata a familia propietaria da capela, a asociación de veci?os de Serantes e o concello de Ferrol. Esta é unha romaría que ten case séculos de historia, e é moi bonito ver que a xente volve a chamorro despois de momentos tan duros como os da pandemia».

El obispo de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, presidió la celebración de la Misa Mayor.