No muy lejos andaba José María Jordán, un cocinero y coleccionista que nunca se pierde el mercado de la Alameda del Carbón. Disfruta tanto localizando piezas para restaurar, como presumiendo de ellas en las redes, donde publica sus compras. Desde hace meses es uno de los hosteleros que sacrifica el descanso dominical para atender a los comensales que se pasen por su casa de comidas de la calle Coruña.
El mercado de la plaza de A Magdalena también tenía ayer sus puertas abiertas y aunque la gran mayoría de los puestos estaban cerrados, los que permanecían abiertos parecían ajenos a cualquier crisis: había amplio surtido de carne en dos puestos y embutidos, quesos y pan en otro, además de la barra del cafetín, también con vistas a algunos de los puestos que tomaron la avenida de Irmandiños, donde cada mes hay novedades. Desde cuchillos de Taramundi a cestas artesanas, productos del Bierzo o monedas y relojes de colección. Algunos con garantía de devolución, como si se tratase de unos grandes almacenes: «Ese colgante es de coral, llévalo y lo compruebas y si no lo es el mes que viene vuelves y te lo cambio por lo que quieras», prometía Avelino, uno de los vendedores de la Alameda del Carbón.