Emilio Beceiro, exjugador del OAR Ferrol«Así asaltamos el cielo»

Jose Valencia FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

«En mi libro cuento la memoria de un tiempo que viví en primera persona», dice

05 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Emilio Beceiro, quien durante catorce años fuera jugador del histórico OAR Ferrol, que llevó a la ciudad a la máxima categoría del baloncesto español, presentó ayer su libro sobre el club de baloncesto ferrolano, del que él formó parte activa. Así asaltamos el cielo. Carta al OAR del tiempo aquel. Es el título de la publicación de Ediciones Embora, ya está a la venta en las librerías ferrolanas. «En este libro —explica Emilio Beceiro— cuento como el OAR Ferrol, desde la década de 1960, 70 y 80 llega en muy poco tiempo de competir en una categoría provincial a hacerlo en la élite del baloncesto masculino español. Cuento como los de mi generación asaltamos el cielo, logrando lo que parecía imposible».

Sobre su libre dice que: «Es un viaje en la memoria de aquel tiempo. Yo estaba allí y lo viví en primera persona. Trato de explicar cómo hicimos para que el baloncesto ferrolano se sentara a comer en la misma mesa que los grandes clubes del baloncesto español, representantes casi todos de las grandes ciudades de España».

A la hora de explicar cómo fue posible el milagro, asegura que hubo un poco de todo, aunque matiza. «La base de todo fue el trabajo y la ilusión. En la década de 1960 o 70 no era fácil jugar al baloncesto y mucho menos en una ciudad como Ferrol, que no disponía de un pabellón de Deportes. Nosotros jugábamos en el pabellón del San Rosendo, nuestro pequeño palacio y en donde jugábamos ante cien o ciento cincuenta espectadores, que rodeaban la cancha de juego. Con el paso de los años acabamos jugando en la década de los ochenta en el pabellón número cinco de la Feria de Muestras, con unas gradas repletas de aficionados».

Asegura que con la perspectiva que se tiene con el paso de los años, siente que para él fue un honor formar parte del OAR. «Fue un honor haber vestido aquella camiseta, haber disfrutado de aquella etapa. Hablo con mis hijos, con mi mujer y les digo que los años más bonitos de mi vida fueron aquellos. Disfruté mucho, tenía un montó de amigos. Vivi todo aquello con una gran intensidad y, lo más importante, hacía lo que me gustaba».

Añade que la parte amarga es que todo aquello no haya tenido una continuidad. «El OAR se murió en la década de los noventa. Tan y como está ahora la ciudad, sin trabajo, con los habitantes que tiene, vuelve a parecer otro imposible que Ferrol pueda volver a contar algún día con un club de baloncesto en la ACB. En 1980 creo que Ferrol rondaba los 90.000 o 91.000 habitantes. Hoy no llegamos a los 65.000. Mientras no haya trabajo en Ferrol, no volveremos a tener un equipo de baloncesto en la máxima categoría, ya que los jóvenes se tienen que marchar y no hay empresas que quieran estampar su nombre en una camiseta. Es decir, las dificultades económicas de Ferrol, en donde una reconversión tras otra nos han traído hasta donde estamos ahora. Con esta situación no solo no habrá un equipo de baloncesto en la élite, sino probablemente sucederá lo mismo en otras especialidades deportivas», indicó.

La presentación de este libro, escrito por Emilio Beceiro tuvo lugar en la tarde noche de ayer martes en un acto que se desarrolló en el salón de actos del Ateneo Ferrolán.

Los mejores recuerdos

Emilio Beceiro asegura que guarda muchos e innumerables recuerdos de aquella etapa, de sus quince años vistiendo la camiseta del OAR Ferrol con el número diez a la espalda. «Si tuviera que elegir algún momento especial de esta larga y brillante etapa —señala Emilio Beceiro— destacaría tres momentos especiales. El recuerdo más feliz que guardo en mi memoria es el día que vencimos al Askatuak y conseguimos el ascenso a la Primera División. Fue una jornada increíble, el partido de todos los partidos en aquel momento. Ganamos tan solo por seis puntos, pese a que ellos eran uno de los clubes peor clasificados, aunque si llegamos a perder, nos habíamos quedado a las puertas del cielo. El segundo momento especial que guardo en mi memoria de aquella etapa fue cuando me ofrecieron ser capitán del equipo y dije que no, que no aceptaba (en el libro explicó los motivos por los que tomé esta decisión). En pocas palabras, las condiciones no eran las más adecuadas para que yo fuera el capitán del equipo. El tercer momento especial que guardo en mi memoria fue cuando llegué al OAR, con apenas 14 o 15 años y Antonio Barros me recibió con los brazos abiertos. Me dijeron si quería jugar el baloncesto, yo dije que sí, y entonces me dijeron fuera el sábado al gimnasio de Bazán. Allí llegué y me recibió Antonio Barros, quien me entregó una camiseta con el dorsal número 10, que llevé durante los quince años que estuve en el club», destaca.