Maniobra fallida

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL CIUDAD

12 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha sido impresentable, irrespetuoso, el colmo de la mala suerte. Ferrol sale mal parado en los papeles nacionales. Las televisiones y las redes sociales se hicieron eco de la noticia: en Ferrol llovieron estorninos, cientos de estorninos. Los pájaros pintos cayeron en las aceras, sobre los coches y en el jardín trasero del hospital de Caranza. ¿Qué ha pasado, por qué aparecieron tantos pájaros muertos? Los técnicos están tratando de averiguarlo. No fue por descargas eléctricas, no fue por radiaciones de antenas de telefonía, no fue un rayo malévolo, no fue envenenamiento, no fue el estrés causado por un ave rapaz… Nos dicen las causas descartadas pero ahí radica la mala noticia. Según apuntan, después de hacer la autopsia a varios estorninos, la muerte colectiva se debe a traumatismos múltiples compatibles con choques entre ellos. O sea, maniobraron mal, se dieron unos mamporros de padre y muy señor mío, cayeron al suelo y murieron. Unos ciento setenta, aunque otros cientos (o tal vez miles) siguieron volando felizmente haciendo llamativas figuras en el aire. ¡Qué desfachatez avícola! ¿Cómo pueden permitirse hacer una maniobra equivocada, en Ferrol, cuna de la mejor Escuela de Maniobra de la Marina de todas las Españas?

Definitivamente, los estorninos que hicieron esa mala maniobra no habían nacido en Ferrol. Ni siquiera se preocuparon de sobrevolar el Arsenal Militar, la Escuela Antonio de Escaño ni, por supuesto, tomar nota de las clases de maniobra que reciben los especialistas en la Estación Naval de La Graña. Si así fuera, aprenderían que una parte de la formación no puede girar cuando le de la gana, y mucho menos hacerlo 180º y ponerse a rumbo de colisión con el resto de compañeros. Aunque últimamente vemos a muchos animalitos inteligentes y sensibles hacerlo. Los científicos no saben por qué las orcas vuelven sobre «sus pasos», una y otra vez, entre Cabo Prior y Estaca de Bares. O por qué un jabalí solitario se pasea por Capitanía. Ni cuándo se decidieron las palomas a entrar en un café a picotear las napolitanas de crema en lugar de quedarse en las terrazas de las que pueden salir con facilidad.

Yo creo, en honor a Jorge Juan y la memoria de los marinos ilustrados que tanto avanzaron en las ciencias de la mar, que si los estorninos fuesen ferrolanos de pura cepa sabrían de marcaciones, demoras y distancias. Calcularían bien la altura, dirección y velocidad de sus congéneres. Mantendrían el orden en la formación por lo que jamás colisionarían con sus semejantes ni con otros obstáculos imprevistos. Y Ferrol no pasaría la vergüenza de verse en los noticieros porque alguno de sus habitantes, aunque fuesen pájaros poco instruidos, no hiciesen bien sus maniobras.