Los menús regresan a las mesas de la Cocina Económica en la provincia

Carmela López
carmela lópez FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

Los comedores de Ferrol, Santiago y A Coruña recuperan la presencialidad

22 nov 2021 . Actualizado a las 10:24 h.

Tras más de año y medio de soluciones provisionales para seguir atendiendo las necesidades básicas de alimentación de los más desfavorecidos, la nueva normalidad se está implantando en los servicios que prestan, bajo la denominación de Cocina Económica, entidades sin ánimo de lucro.

La primera en reabrir su comedor fue la de Ferrol, que retomó la presencialidad a principios del pasado mes de octubre y está sirviendo los menús calientes en mesa a entre 70 y 80 usuarios en la comida y 30 en la cena. La siguiente fue la Cocina Económica de Santiago, que recuperó el servicio de comedor el 2 de noviembre, con entre 120 y 130 personas. Y la Cocina Económica de A Coruña, que en la actualidad tiene una media de 310 usuarios, aunque en el listado hay cerca de 600, pero no todos acuden a recoger la bolsa, tiene previsto reabrir el comedor a principios del próximo mes de diciembre.

Atrás quedan, en las tres ciudades, muchos meses sirviendo los menús en bolsas para llevar, con el problema de que muchos de los destinatarios ni siquiera tienen un lugar en el que poder alimentarse a cubierto. De ahí la importancia de recuperar esta nueva normalidad, tanto por ofrecer esa media hora de estar sentados a una mesa, como por el hecho de que puedan retomar las relaciones sociales.

No obstante, y hasta que la situación de crisis sanitaria no mejore, los comedores seguirán funcionando con aforos limitados y sirviendo las comidas por turnos, a fin de garantizar las distancias interpersonales, evitando así los contagios de covid.

Adelantarse a las normas covid

La Cocina Económica de Ferrol, que fue la primera en retomar el servicio de comedor, está regida por una asociación de beneficencia sin ánimo de lucro y el pasado mes de septiembre celebró su 130 aniversario. El actual presidente, Antonio Tostado, asegura que la aparición de la pandemia del coronavirus los obligó a improvisar y, adelantándose a las normativas que iban saliendo, optaron por la dispersión, sin dejar de prestar un servicio tan necesario. Así, al principio se hizo el reparto de las bolsas con la comida y la cena en los albergues y después se trasladó a una carpa instalada por el Concello de Ferrol en la plaza de España, en la que voluntarios de Protección Civil se encargaban de las entregas. Y en mayo del año pasado se retomó el reparto en el edificio de la Cocina Económica, hasta que a principios de octubre se reabrió el comedor.

Según Antonio Tostado, cuando las normas del covid lo permitan irán al límite de capacidad del servicio, que es de 144 personas, en varios turnos. El número de usuarios se ha reducido respecto a antes de la pandemia, porque la Xunta de Galicia prorrogó los vales de alimentación para compras de alimentos y las familias con menores no están acudiendo a la Cocina Económica de Ferrol.

Meses difíciles

Para la Cocina Económica de Santiago también fueron unos meses difíciles. Está regida por un patronato del que forman parte el Concello y otras instituciones, entre ellas la Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y Luisa de Marillac, que están al frente de la institución desde su fundación, en julio de 1891. Según explica la trabajadora social de la entidad, Nazaret López, hasta que a principios de noviembre se reabrió el comedor se estuvieron entregando los menús en bolsas para llevar. Pero ahora solo se sirve a los usuarios en el comedor, salvo casos justificados de personas que, por ejemplo, estén realizando algún curso, que se les permite llevar la comida para casa. Así, los desayunos y comidas son presenciales, mientras que las cenas se sirven en bolsas. El comedor también funciona con aforo limitado a la mitad y a medida que van saliendo los usuarios se desinfectan las mesas y van entrando los siguientes.

La Cocina Económica de Santiago cuenta, como apoyo, con un centro de día para personas sin recursos. Según un estudio realizado el año pasado, el 83 % de los usuarios de este servicio en la capital de Galicia son varones que suelen vivir en pensiones o pisos compartidos y casi todos subsisten con el ingreso mínimo vital o las ayudas de emergencia. Las familias con menores no suelen acudir a la Cocina Económica, salvo los casos de emergencia que les remiten los servicios sociales del Concello de Santiago.

Por su parte, la Cocina Económica de A Coruña, regida también por una asociación sin ánimo de lucro declarada de utilidad pública, es la más antigua de Galicia, ya que fue fundada en 1886.

Picos de 1.500 personas

Según explica su actual administrador, Óscar Castro, esperan recuperar la normalidad a principios de diciembre, con la reapertura del comedor. «Durante los meses más duros de la pandemia llegamos a tener picos de 1.500 personas, de un perfil muy diverso, porque incluso hay trabajadores con contratos en precario que no les permiten una vida digna», manifiesta este responsable, añadiendo que antaño se asociaba a los usuarios de estos comedores con gente marginal y con adicciones, pero ahora ya no es así. De cara a la próxima reapertura, están sopesando la posibilidad de solicitar que tengan el pasaporte covid para acceder al comedor.

Obras de mejora en tiempos de pandemia

En la Cocina Económica de A Coruña están apurando las obras de mejora que se realizan en el comedor, la lavandería y parte de la cocina para recuperar la presencialidad de los usuarios en el interior de las instalaciones, para lo que contó con la colaboración de Ikea. Las instituciones que rigen el servicio en las tres ciudades de la provincia aprovecharon el período de restricciones de la pandemia para acometer reformas en sus centros. Así, en el caso de Ferrol, en octubre del año pasado concluyeron los trabajos de rehabilitación de una parte del edificio de la Cocina Económica, para recuperar el diseño original del arquitecto Rodolfo Ucha. La intervención superó los 90.000 euros y fue sufragada entre la Xunta y la Diputación de A Coruña. Además, el miércoles pasado se reabrió el comedor, tras una semana cerrado, para recuperar el pavimento original del comedor.

Por su parte, la Cocina Económica de Santiago también recibió 240.000 euros de la Xunta para mejorar los espacios de la residencia de dicha entidad, así como para mantener y mejorar el funcionamiento del comedor y facilitar la compra de una furgoneta y material de protección para protegerse de los contagios del covid.

Una treintena de trabajadores para atender a varios cientos de usuarios

En las cocinas y comedores de las instituciones benéficas de las tres ciudades trabajan una treintena de personas. Una de las plantillas más numerosas es la de la Cocina Económica de A Coruña, con 17 empleados. La de Santiago también suma un total de 17, entre los que se incluyen las seis religiosas de la Congregación de la Hijas de la Caridad, cuatro empleados en la cocina y un gerente en el comedor, además de dos trabajadores sociales y otro gerente en el centro de día.

La que cuenta con menos personal es la Cocina Económica de Ferrol, en la que hay cuatro personas en la cocina y dos en la oficina. En esta institución la colaboración de los voluntarios, que son los que ayudan a servir las comidas, resulta fundamental. A raíz de la pandemia se han quedado con la mitad de los colaboradores, porque se decidió prescindir de las personas mayores y la gente con familias vulnerables, por tratarse de grupos de riesgo. Pero ahora está previsto realizar una nueva campaña de captación de voluntarios.

Ideas originales para la captación de donaciones y benefactores

Aunque las principales fuentes de ingresos siguen siendo las administraciones públicas, las aportaciones de empresas y particulares siguen siendo fundamentales para el sostenimiento de estos servicios. En los últimos meses, en los que el volumen de usuarios se incrementó de forma considerable, los gestores echaron mano de ideas originales para recaudar fondos. Pero las propuestas no siempre partieron de ellos. Es el caso de las camisetas con los lemas «coge aire» y «alenta» que Belén Lamas, enfermera del hospital San Rafael, ideó para infundir ánimo a sus compañeros de trabajo, que sorpresivamente llegaron al plató del programa Sálvame y cuyos beneficios por las ventas fueron para la Cocina Económica de A Coruña.

Por su parte, la Cocina Económica de Ferrol estrenó en julio de este año una campaña para atraer a nuevas generaciones de socios, con el eslogan Ningún plato se rompe del todo. Fue un regalo de una empresa de márketing de A Coruña, consistente en la colocación de una cartelería muy vistosa en marquesinas y en los buses urbanos, que cedieron gratuitamente el espacio, para llamar la atención, sobre todo, de las nuevas generaciones.