Uno de cada diez vecinos de Ferrol vive solo

FERROL CIUDAD

José Barro Castelo vive solo en su piso de O Inferniño desde que enviudó hace seis años.
José Barro Castelo vive solo en su piso de O Inferniño desde que enviudó hace seis años. JOSE PARDO

Los hogares habitados por una persona superan los 18.000 en la comarca

21 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Casi un 10 % de los vecinos de Ferrol viven solos. En total, son unos 6.027 los hogares con un único habitante, según los datos más recientes del Instituto Galego de Estatística (IGE), correspondientes al cierre del 2019. Y eso supone que en una de cada cinco de las casi 27.000 viviendas existentes solo hay un empadronado. Las cifras ponen contexto a la muerte en soledad: la creciente aparición de personas fallecidas en sus domicilios, que en ocasiones no se detecta hasta varios días, semanas o incluso meses después. Desde principios de agosto ocurrió hasta en once ocasiones en la zona, con un pico a finales de octubre, cuando en el lapso de cuatro días se constataron otros tantos decesos en estas circunstancias.

Aunque el envejecimiento de la pirámide demográfica ferrolana es especialmente acusado, lo cierto es que toda la comarca acompaña a Ferrol en estos datos, donde el global es aún unas décimas más acusado: si en la ciudad naval las personas que viven solas representan el 9,19 %, en toda Ferrolterra el porcentaje llega al 9,95 %. Y el número de viviendas con un solo residente ronda las 18.700. La edad es un factor determinante en este problema. La media en los hogares unipersonales es de casi 64 años en Ferrol —63,82, exactamente— y en la comarca se eleva un año y medio más, hasta los 65,38. En casi la mitad de todo el parque de viviendas de la séptima ciudad gallega —12.532 de las 26.949— la Enquisa estrutural a fogares revela que hay al menos una persona mayor de 65 años. Los datos de la última década no permiten apreciar una tendencia constante en la evolución del número de personas que viven solas, con continuos altibajos, pero con una subida significativa que alcanzó su techo en 2015, cuando se llegaron a contabilizar 8.615 viviendas con un solo vecino, casi el 30 %.

JOSÉ BARRO CASTELO, VECINO DE 86 AÑOS QUE VIVE SOLO

 «A soidade é o que peor se leva de todo»

Sopló 86 velas esta semana. Y lo hizo acompañado de su familia, compuesta por tres hijos, seis nietos y tres bisnietos. Pero a diario José Barro Castelo (Muras, 1935) vive solo en su piso de O Inferniño, entre los recuerdos de toda una vida y, sobre todo, de su mujer, fallecida hace seis años. Suboficial de la Marina retirado, llegó a Ferrol hace sesenta años, cuando lo hicieron sus padres. Y aquí construyó su vida, entre sus destinos en el servicio de Repuestos, la base de A Graña «e moitos barcos». «Estou máis cómodo na miña casa que na casa de nadie. E mentres me valga prefiro estar aquí», argumenta.

Su estado de salud, a pesar de su dolor de columna y que las piernas ya «non funcionan moi ben», le permite todavía seguir una rutina diaria que comienza a las ocho y media de la mañana, cuando se levanta. Después, «desayuno, vou buscar a prensa, leo periódico e ás doce dou un pequeno paseo e vou comer. Cando termino, veño para a casa, vexo as noticias e pola tarde tamén á televisión. Despois ceo e aí ás once xa me deito», relata. Y el fin de semana también. Tiene a una persona que le hace la limpieza en casa y otra la ayuda con el aseo diario.

«Hai que vivir o mellor posible»

A vivir solo, asume, «hai que adaptarse», pero admite que la soledad no es buena compañera de viaje. «A soidade é o que peor se leva de todo», reconoce. En su caso, sobre todo, por la ausencia de su mujer, y el fallecimiento posterior de uno de sus cuatro hijos. Y se resigna a que esa sensación le acompañe ya para siempre. Pero defiende que «hai que vivir o mellor posible». Y para él, eso pasa por seguir en su piso: «Prefiro vivir na miña casa so. Algún fillo quería que fora para xunto deles, pero eu arréglome ben», defiende.

Por «convicción propia» vive sola también Amparo Fernández Andújar, de 70 años, que hace casi dos años retornó de Madrid a Ferrol, donde tiene familia y donde ella misma ya había residido y pasaba las vacaciones. Y se instaló, ya jubilada, en un piso de Recimil, de su familia. «Madrid es una gran ciudad, pero no me podía permitir vivir allí sin trabajar», explica. No tropezó ni se cayó. Pero hace unos tres meses, mientras estaba de pie, se le rompió la cadera. Y eso truncó las caminatas diarias que realizaba hasta el puerto. Todavía no baja sola a la calle, pero ya se está recuperando. «Vivir sola no me supone ningún trauma ni me encuentro mal. Llevo mi orden como si tuviera gente conmigo viviendo. Y tengo una chica que me echa una mano y me hace compañía. Sinceramente, de momento no echo de menos nada», asegura.

Marta de Araoz acumula una década de experiencia en la atención a personas mayores y que viven solas
Marta de Araoz acumula una década de experiencia en la atención a personas mayores y que viven solas JOSE PARDO

Marta de Araoz, gerente de Famyc: «Psicológicamente, la soledad al final acaba pasando factura»

Es gerente de Famyc Ferrolterra, la Fundación de Ayuda a Mayores y sus Cuidadores, la entidad que creó en 2019 tras una década de experiencia al cargo de su empresa de atención y asistencia a este colectivo, En buenas manos. Marta de Araoz (Ferrol, 1973) enjuga con su empatía la soledad en muchos hogares ferrolanos.

—¿Por qué hay tantas personas solas?

—La gente cada vez vive más sola porque han cambiado los patrones de las estructuras familiares. Para buscar trabajo, los hijos, sobre todo en Ferrol, se tienen que ir fuera para ganarse la vida. Tenemos muchísimos usuarios con esa situación.

—¿Cómo es el perfil de la soledad en Ferrol?

—Hay muchas más mujeres que hombres, porque tenemos más esperanza de vida. Y la mujer es más independiente, si funcionalmente el cuerpo lo permite.

—¿Se puede vivir bien en soledad?

—Psicológicamente, al final la soledad acaba pasando factura. hace mal tiempo, muchos días no bajan a la calle. Y a veces ni se cambian de ropa ni se asean. Si nadie los llama por teléfono o no tienen familia, pasa todo el día y no hablan con nadie. El hecho de no socializar puede hacer que caigan en depresión, deterioro cognitivo, en desnutrición o en sobrepeso, por el sedentarismo.

—¿Por qué muchos se aferran a vivir en casa aunque necesiten una residencia?

—En tu casa están tus recuerdos, tu zona de confort, tu cama... En una residencia no está tu vida. Allí hay muchas personas con todo tipo de situaciones. Y si uno está bien, a lo mejor no quiere ver ese golpe de realidad, de cómo va a estar.