Vivir en Ferrol

Beatriz García Couce
Beatriz Couce EN LA GRADA

FERROL CIUDAD

14 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Me gustan muchas cosas de mi ciudad. Me gusta poder venir caminando desde casa al trabajo y hacerlo en quince minutos, sin tener que mover el coche ni perder el tiempo en buscar aparcamiento. Me gusta ir a Esmelle, en verano, y durante todo el año a caminar con mi amiga Teresa entre Doniños y San Xurxo, por una costa que regala unas estampas increíbles. Disfruto de dos paseos, el de Caranza y A Malata, que ofrecen la posibilidad a diario a centenares de personas de hacer deporte y de luchar contra el sedentarismo al lado del mar.

Me gustan muchísimo Las Meninas, una fiesta con la que el artista Eduardo Hermida ha demostrado que la cultura puede unir a vecinos de toda condición y edad y que ha hecho más por la autoestima colectiva ferrolana que cualquier otra expresión en las últimas décadas. También los cafés de Bonilla y del Derby, tomar algo con amigos en Pardo Bajo o en la calle Magdalena y contemplar una exposición en el Torrente.

Me gusta fotografiar las grúas que rompen el cielo de la urbe naval y seguir sorprendiéndome, sin motivo aparente y sin ninguna ocasión especial, por la belleza de los edificios de Rodolfo Ucha. Estoy satisfecha por contar aquí con un campus universitario, del que no todas las ciudades pueden presumir y que cuenta con estudios únicos en Galicia, y también que poco a poco —muy lentamente, eso sí— la apuesta de las administraciones vaya transformando Ferrol Vello.

Me alegran otro puñado de pequeñas cosas, aunque lógicamente también me desagradan o me dan pena otras tantas. Me encantaría cruzarme por la calle con mucha más gente joven, con la que invertir la pirámide de envejecimiento de la población que tanto daño está haciendo al municipio. Aunque admito que, será cosa de la edad, cada vez estoy más cómoda en este formato de ciudad pequeña, sin agobios para casi nada. Me irrita y apena el estado de muchas calles de A Magdalena, los bajos cerrados llenos de basura entre sus rejas y que el tiempo parezca haberse detenido en algunos proyectos.

Discrepo, sin embargo, de ese concepto paternalista que transmiten algunos emprendedores de que abren sus negocios en la ciudad porque hay que apoyar a Ferrol. Ojalá que hubiese muchas más empresas, que generasen empleo y riqueza, pero creo que hay que dejar de alimentar esa idea de que vivir aquí es poco menos que una hazaña. Por supuesto que habrá a quien le parezca horrible, pero, los que no coincidimos con esa visión, va siendo hora de que dejemos casi de pedir perdón por ello, disfrutemos más de lo que tenemos y nos preocupe un poco menos las opiniones en contra.