Dejar para siempre en casa la maleta laboral

Beatriz García Couce
Beatriz Couce EN LA GRADA

FERROL CIUDAD

24 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No tener que coger la maleta nunca más para trabajar. Ese es el objetivo que confesó perseguir el pasado jueves Juan Vilariño, trabajador auxiliar del naval, minutos antes de los exámenes a los que estaban convocados más de 250 profesionales para optar a una de las 31 plazas de operarios y empleados sénior de la empresa pública. Un fin compartido con muchos de sus compañeros presentes, y seguramente también ausentes, que saben bien que los dientes de sierra de la construcción naval en la ría ferrolana -con épocas de intenso trabajo y otras de absoluto desplome de la actividad- suelen ir acompañadas de estancias en el desempleo y marchas hacia otros sectores y diferentes lugares desde los que ganarse el sustento.

Y así, en algunos casos, esas estancias temporales se convierten en fugas permanentes -de personal y de talento- que acentúa uno de los principales problemas que padece la ciudad, su sangría demográfica. ¿Quién no tiene familiares o amigos, o incluso ambos casos, que han pasado por esa situación y viven ahora a centenares de kilómetros de Ferrol? Por eso, además de proporcionar una estabilidad laboral y -también unas condiciones que, al tratarse de una empresa pública, mejoran las de las privadas- las ofertas de empleo comprometidas en el plan estratégico de Navantia para el período 2019-2022 tienen una importante repercusión para fijar población, y no solo para los que están hartos de dar tumbos para ganarse el pan, sino también entre los que dan sus primeros pasos en el mercado laboral.

Urge, pues, que se convoquen las plazas que tiene pendiente la empresa para los astilleros de Ferrol y Fene, y que se ha comprometido a lanzar de forma conjunta antes de que acabe el año. Serán alrededor de medio millar de puestos de trabajo, que además de proporcionar alegrías en una comarca en la que, en materia de empleo, en los últimos años ha habido más bien pocas, insuflarán savia a unas factorías que están diciendo adiós a 900 trabajadores. Hay mucha ilusión y expectativas entre los aspirantes a esos puestos, en un momento además en el que aún resta casi medio año para que arranque el contrato de construcción de las cinco F-110 para la Armada española.

Pero es también una ocasión para aprender y que se corrijan los errores que se han cometido desde que comenzó el proceso. Para que unos tengan opción de volver, y otros no se tengan que marchar; para dar oportunidad a los más jóvenes e incluso captar talento de otras zonas. Para dejar para siempre la maleta laboral en casa.