Carlos Macías, el maestro de la arquitectura en miniatura: «No puedo estar de brazos cruzados»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Carlos Macías, fotografiado entre su maqueta de la fábrica Hispania, la más reciente, y otra del edificio del bar Galerna, donde exhibe sus creaciones
Carlos Macías, fotografiado entre su maqueta de la fábrica Hispania, la más reciente, y otra del edificio del bar Galerna, donde exhibe sus creaciones JOSE PARDO

Este antiguo calderero de Astano ha reproducido con maestría decenas de edificios emblemáticos de Ferrol y ahora proyecta replicar todos sus cines

12 oct 2021 . Actualizado a las 11:18 h.

Carlos Macías Varela (Ferrol, 1949) cumplirá 72 años el próximo 16 de octubre y asegura que se siente tan activo como cuando era un veinteañero. ¡Es que no puedo estar de brazos cruzados!», reconoce mientras apura un café con churros esta mañana de sábado en El Bonilla.

Para quienes no lo conozcan, Carlos es un auténtico artista de la arquitectura en miniatura. Con sus manos de currante nato, materiales reciclados y herramientas de «andar por casa», como dice él, ha replicado decenas de edificios emblemáticos de Ferrol -entre ellos, muchos de Rodolfo Ucha-, barcos pequeños, cargueros, gigantes como el Titanic, hórreos, cruceiros... Y hasta el antiguo estadio de fútbol Manuel Rivera y la concatedral de San Julián. Sus creaciones exhiben tanto detalle y perfección que parece como si Carlos se dedicase al arte de las maquetas desde hace décadas. Pero no. La afición le llegó recién jubilado, cuando su hijo Mauri le regaló un juego para montar una reproducción de la carabela La Pinta. «Como la hice tan rápido me quiso regalar otra, pero yo le dije que ni hablar, porque eran muy caras, y fue así como empecé a construirlas yo mismo», rememora.

Si Carlos se ha convertido en un maquetista experto y prolífico no solo se debe a su indudable destreza manual, sino también a su carácter perfeccionista y laborioso. Nacido en Esteiro y criado en el Ensanche, con solo diez años ya madrugaba para ayudar a su padre a vender periódicos a las puertas de la farmacia de la plaza de España en la que trabajaba como auxiliar -«éramos diez hermanos y había que echar una mano en lo que se pudiese»-, antes de poner rumbo a la academia Rapariz. Y a los 14, casi todavía sin bigote, ya hincaba los codos y trabajaba al mismo tiempo como aprendiz de Astano. En el astillero de Fene se empleó a fondo como calderero durante más de veinte años, antes de que la reconversión lo expulsase de la factoría. Entonces tuvo que «reinventarse»: montó un bar y un videoclub en San Juan, pero después de unos años las auxiliares del naval lo reclamaron y volvió al oficio. Y en el año 2000, de la mano de Maessa, emigró a las Islas Canarias, donde se jubiló en el 2014 siendo jefe de obra de la central térmica de Jinámar (Las Palmas). «Yo no me quería retirar, porque deseaba seguir trabajando, pero mi familia estaba deseando volver a Ferrol, así que me dio un ultimátum y no me pude negar», cuenta Carlos sonriente.

Carlos Macías, en una imagen rodeado de sus obras y en la que sostiene la maqueta de la Casa Romero de Ucha
Carlos Macías, en una imagen rodeado de sus obras y en la que sostiene la maqueta de la Casa Romero de Ucha JOSE PARDO

Su mujer, Mela, que lo acompaña en la entrevista, explica que entonces su marido «se vino un poco abajo». Tanto tiempo libre de repente no encajaba con su espíritu siempre inquieto y activo. Pero entonces aparecieron las maquetas. Y surgió de nuevo la ilusión.

A Carlos se le ilumina la mirada al explicar cómo fabrica sus pequeñas joyas. Casi siempre opta por utilizar materiales reciclados -como estuches de vino, cajas de fruta o envoltorios de juguetes-, y cuando no los encuentra, compra palos de helado que luego desmenuza en tiras más finas para dar forma a las filigranas de las fachadas. «Algunas galerías son muy difíciles de hacer, porque tienen mucho detalle», me explica mientras me enseña la reproducción del edificio de la zapatería Centropiel.

Entre otras joyas arquitectónicas que también le resultaron especialmente complicadas de reproducir, Carlos cita la Casa Romero y la Casa Pereira de Ucha. Y más recientemente, la antigua Fábrica de Lápices de Hispania, «sobre todo el portalón por el que entraban los materiales, porque tenía muchísimos detalles».

Mientras habla, Mela lo mira con admiración. «Lo conocí en la parada del bus del Cantón. Yo estaba allí con su hermana, me preguntó si podía acompañarme y ya nunca nos separamos», cuenta sobre su primer encuentro con Carlos, con el que pronto celebrará 50 años de casados. «Es un hombre muy familiar, que vive por y para sus hijos (Mauri y Marta), súper generoso, siempre dispuesto a ayudar... Y encima es un manitas, porque en casa hace de todo, hasta construye muebles, y aún tiempo de cuidar una huerta que tiene en Canido», continúa sin escatimar elogios para su pareja.

Carlos confirma que se siente afortunado con la vida que la ha tocado vivir. Y antes de la despedida, desvela una nueva ilusión: «Ahora quiero reproducir todos los cines históricos de Ferrol que ya han dejado de funcionar: el Capitol, el Callao, el Cinema, el Rena y el Avenida». Confirmado está. Este hombre no puede estar de brazos cruzados.

DÓNDE VER SU OBRA

Buena parte de las maquetas de Carlos Macías se encuentran expuestas en el bar Galerna (Calle Pontevedra, 27), mientras que su nueva reproducción de la antigua Fábrica de Lápices Hispania se exhibe estos días en La Vella Fábrica de Lapis de la calle Lugo.