Tener razón

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL CIUDAD

08 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Oí a un escritor, no llegué a saber su nombre, que ya no le importaba tener razón ni decir la última palabra, eso se lo daba el entorno y la convivencia armónica con su familia. Como hago siempre, cuando algo me impacta o me enamora, lo recojo en la otra bitácora, mi compañera cotidiana, en la que se mezclan las citas médicas con la impresión que me causa un desayuno, sin prisa, con mis nietos o la sonrisa que adivino en un saludo. Ahí busco, después, referentes para encontrar respuestas a tantas cosas que no entiendo, como mi naciente claustrofobia a las calles angostas, pobladas de ramas -algunas agresivas con el entorno habitacional- que ensombrecen un espacio, ya estrecho en su génesis, que percibo como paseo de sombras que vagan en busca de vida, más allá de agosto. Puede que la respuesta que hoy recojo, explique el silencio y la aceptación resignada de miles de ciudadanos que ya no discutimos sobre lo que pasa en A Magdalena, que ya no reivindicamos la vida que necesita recuperar un histórico y hermoso barrio que se apaga, con prisa, no sé para qué, y sin más alternativa que la autocomplacencia de unos pocos, que han encontrado una matraca perfecta para justificar el hacer por hacer: peatonalizar. Cuando, como dice mi amigo, Cristóbal Nores: «Ferrol no necesita peatonalizarse, necesita peatones». Y ahora: la calle de la Iglesia. Proyecto «inacabable» e incompleto, como tantos otros. Y mientras, los negocios agonizan y los habitantes emigran. Y ya no serán el corazón de A Magdalena, porque bajaron la persiana o buscaron un ascensor o un garaje, que les permita vivir saludablemente, también en sus casas…