Dulzura y buenas vibras en el concierto de Sofía Ellar

Cristina Cartelle / A.U. FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

CARLOTA LÁZARO

La cantante sorprendió al público recitando algunos versos en un alegato sobre las mujeres libres

28 ago 2021 . Actualizado a las 18:10 h.

Poco antes de las nueve y media de la noche, la plaza de Armas de Ferrol se llenaba de jóvenes. Entre el bullicio y la entrada de la banda al escenario, dos grandes atrapasueños y varias plumas rodeando el micrófono les anunciaban que se encontraban en el lugar correcto. Con los primeros acordes de la banda, Sofía Ellar aparecía vestida con su característico kaftán rosa y un pañuelo de lentejuelas ceñido a la cintura entonando Si es Roma amor.

Con su voz dulce y enérgica, la artista fue metiéndose al público en el bolsillo y cuando le tocó el turno a Verano con Lima, las miradas curiosas desde los balcones se juntaban con los gritos de un grupo de niñas al otro lado de la valla y las palmas acompasadas del público. Tras un cambio de vestuario, un kaftán verde, anunció la vuelta de Sofía, que pidió a los asistentes que encendiesen sus linternas para mecerse en De Sartre, que terminó cantando a pleno pulmón, descalza, y subida a una silla del público entre los ojos lacrimógenos de sus seguidores. A partir ahí todo fue in crescendo.

En el ecuador del concierto, la cantante sorprendió al público cogiendo una libreta y recitando algunos de sus versos en un alegato sobre las mujeres libres. «Ya no hay torre y ya no hay hiedra. Que las veréis armando guerra. No como quien apura el paso de madrugada, porque ellas volverán con la mirada bien alta, descalzas. Como la vuelta a casa. Como la vuelta a nuestra casa».

El final del concierto llegó con Cancha y Gasolina, su último single, que reconoció haber compuesto en uno de sus momentos más difíciles, y que nadie desaprovechó la oportunidad de corear, aún teniendo que seguir la letra desde el móvil.

El relente de la noche no parecía calar entre los asistentes, que, a falta de quince minutos para las once, comenzaron a vitorear a la artista para que volviese al escenario. Y lo hizo. Mundos protagonizó el primer bis, aunque el momento culmen germinó durante el segundo, con la interpretación de su famoso Amor de Anticuario. Con un as en la manga, antes de irse entonó Bañarnos en Vaqueros, su mayor éxito, que se reservó para el tercer y último bis de la sesión.

Con el público venido arriba, una Sofía rebosante de energía, abandonó el escenario haciendo el pino puente y dejando Ferrol un poco más alegre. Y es que, en un mundo donde la música acaba de ser objeto de prohibición, la voz de Sofía Ellar resonó un poco más fuerte la otra noche.