Los jóvenes de Ferrol dan ejemplo: conciencia social y optimismo ante la primera dosis

G. dacosta / b.c. FERROL/ LA VOZ

FERROL CIUDAD

31 ago 2021 . Actualizado a las 09:04 h.

Entre las nueve de la mañana y las ocho y cuarto de la tarde de ayer, cuando acudió la última persona citada, más de 3.000 jóvenes recibieron su primera dosis de Pfizer en las instalaciones de FIMO. Era el turno, por primera vez, de los ferrolanos de 22 años, tramo de edad que continuará en descenso a lo largo de los próximos días.

A menudo señalados por su manera de relacionarse (su número de contactos es más elevado que en rangos de más edad), nadie faltó a la hora del pinchazo. Se respiraba cierta impaciencia, incluso. Lo confirmaba el responsable de vacunación del recinto, Gonzalo Losada, que coordina un equipo que trabaja desde enero, pero cuyo ritmo es tan exhaustivo que necesitó refuerzos: «Mandan a enfermeras del área sanitaria para cubrir los puestos de vacunación», afirma.

A las puertas del recinto, tras de esperar quince minutos por si hubiera reacción, los inoculados salen con sensación de alivio. «Eu teño unha enfermidade autoinmune», cuenta Amalia Rubido, afincada en Pontedeume, «e estaba preocupada porque non me chamaron no seu momento». La eumesa acaba de terminar la universidad y para ella fue un curso muy angustioso.

Poco después de Amalia, a eso de las cinco de la tarde, tiene cita Manu García. El ferrolano prepara oposiciones y corrobora que fue un año distinto: «Sobre todo cuando entramos en nivel de riesgo alto, porque se empezaron a ver diferencias entre la gente». Se refiere a la necesidad de certificados de vacunación para entrar en un bar, por ejemplo. Y es que hacer vida social no es un acto banal en estas circunstancias: los veinteañeros llevan sobre sus hombros las secuelas psicológicas del confinamiento y las económicas de la crisis pandémica. Aún así, Manu insiste en que hay que vacunarse por responsabilidad, por contribuir a que haya un «ambiente seguro».