«La vida son diferentes caminos, los míos me llevaron al mundo del arte»

Andrea Lago, B.C. FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

cedida

Este arquitecto técnico ferrolano ha logrado dedicarse a tiempo completo a la pintura

05 ago 2021 . Actualizado a las 11:15 h.

Alejos Lorenzo recuerda llevar dibujando desde bien pequeño, a su manera y con total libertad, de hecho en el colegio aborrecía que los profesores le corrigieran o le pautaran una manera determinada de crear. Una vez cumplida la mayoría de edad, decidió comenzar a pintar sobre lienzo y con tan solo veintitrés años deleitaba al público de la ciudad con su primera exposición en el Carballo Calero.

Quería estudiar Bellas Arte y hasta hizo el examen de acceso, aunque nunca supo si aprobó o suspendió. Una amiga que estaba finalizando el grado le recomendó que no lo hiciera, que no tenía demasiadas salidas y que no era lo que estaba buscando. Por eso decidió estudiar Arquitectura Técnica y posteriormente una especialidad en interiores. «Estuve trabajando en un estudio de arquitectura, montando los locales para Caramelo e incluso tuve mi propia tienda de muebles. Me tomo la arquitectura como una manera diferente de crear arte de forma más organizada y disciplinada. Los muebles, por ejemplo, tienen una función estética a la par que funcional. Además, tampoco dejé nunca de pintar y eso me impulsaba y me daba ánimos», cuenta Alejos.

Hace ya unos años, más o menos cuando comenzaba la crisis económica en España, el artista decidió dedicarse en exclusiva a sus cuadros, a exponerlos en distintas galerías del mundo y venderlos como sustento para su vida. «Fue una decisión bastante drástica y me costó dejar aquello para lo que había estudiado, pero vi que era la oportunidad. La vida son diferentes caminos y los míos me llevaron al mundo del arte», declara Alejos.

Con este cambio de registro cambió también el estilo y la manera de pintar sus cuadros. El artista en sus inicios seguía una línea surrealista con escenas más tétricas y con colores y tonalidades frías y oscuras. Ahora sus pinturas son paisajes, casi siempre ficticios, que están llenos de vida, de positivismo y donde el color es el gran protagonista. «Me paro mucho en la elección de los colores, casi más que en pintar el cuadro. Cada una de las tonalidades le aportarán diferentes significados, interpretaciones y sensaciones al público, por lo que es algo muy importante en mi pintura», afirma el artista. Pero no se trata de un simple cambio estético, para el pintor también fue un cambio psicológico. «Los artistas tienen que sacarse los demonios de encima, que no es fácil, para hacer aquello que les guste y les pida el cuerpo», subraya.

Actualmente Alejos es un artista de talla mundial que trabaja en su taller situado en la calle Real a la altura de la plaza de Amboage. Mientras tanto, colabora con varias galerías en Madrid, Eslovaquia o París, forma parte de consultoras de arte en Estados Unidos y vende sus obras a nivel internacional destacando su presencia en países asiáticos.

Con la pandemia, las galerías cerraron y Alejo lleva bastante tiempo sin exponer en una, aunque también admite que tampoco podría, ya que ocupan mucho tiempo del que ahora no dispone. «Trasladar todas las obras y montar y desmontar la galería es costoso y ahora mismo me facilitan más el trabajo las ventas online y el tener presencia en Internet que no exponer. Aunque admito que también es agradecido», aclara el artista.

«Antes de tener bicicleta tuve un teclado Casio, me apasiona el mundo de la música»

Una de las mayores inspiraciones del pintor es la música en todas sus variantes. Desde pequeño disfruta escuchando todo tipo de estilos y hasta intentó tocar en alguna ocasión, incluso ahora intenta hacerlo con sus amigos como afición. «Antes de tener bicicleta tuve un teclado Casio porque me apasionaba y me apasiona el mundo de la música. Sin embargo, desistí rápido porque no soy un buen alumno y tengo muy poca paciencia», cuenta Alejo. De hecho, aunque se dedica al mundo de la pintura, confiesa que prefiere ir a un concierto antes que visitar una galería. «Disfruto pintando, viendo las obras no tanto», añade el artista. Así es que muchos de sus cuadros tienen nombres de canciones o inspiran y transmiten musicalidad.

Pero su pasión por el arte no acaba en la pintura y la música, también se interesa por la escritura y la emplea en sus propias obras. Cuando vende un cuadro, escribe al cliente una pequeña carta. A veces escribe una pequeña poesía que deja entrever el significado de la obra, otras una carta donde cuenta el camino que recorrió y la explicación del cuadro. «Muchos artistas dicen que no hay que contar de qué va la pintura porque así la matas, pero eso no va conmigo», afirma.

El pintor cree que aunque le expliques la obra al público, cada uno la interpretará de una manera y la sentirá de otra, pero que para él es necesario que exista una guía, por muy pequeña que sea. «Al final todo el arte, desde lo más abstracto a lo más realista, tiene un significado, algo que expresar, puede ser como un pequeño resumen de un libro y todos deben de conocer parte de esa historia», añade el pintor. De igual modo entiende que las inspiraciones pueden ser muchas y muy cambiantes según las etapas de la vida.