Jorge Amador, gerente de uno de los establecimientos más antiguos de Ferrol: «Tratar de hacer las cosas bien es la mejor receta para seguir existiendo»

Ramón Loureiro Calvo
ramón loureiro FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

Con la perspectiva que da el paso del tiempo, dice que un cliente siempre es un amigo

31 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Jorge Amador (Ferrol, 63 años) es el gerente del establecimiento, fundado a finales del siglo XIX, que desde hace casi cien años pertenece a su familia. Fue en 1923 cuando el abuelo de Jorge, Teodoro Amador, adquirió la firma (almacén de coloniales, tostadero de café, etcétera...) de la que ya por aquel entonces era el encargado general. La fundadora de la empresa, que la había creado junto a su marido al regresar de La Habana, decidió, tras enviudar, retornar a Cuba. Y ella misma instó a Teodoro Amador a hacerse cargo de un establecimiento que, como es obvio, por aquel entonces ya él conocía mejor que nadie. Y así fue como comenzó una historia que, tres generaciones más tarde -bueno, en realidad cuatro, porque, como el propio Jorge recuerda, su hijo ya se ha incorporado a la empresa, también-, no solo carece de fecha de caducidad, sino que además parecer mirar al futuro de manera más decidida que nunca. A las puertas del centenario del sello que hoy lleva el establecimiento, Casa Amador se dispone a renovar su imagen corporativa, a transformar su sistema de envasado, a modernizar sus sistemas de tostado y -todo sea dicho de paso- a restaurar íntegramente el edificio en el que está su tienda, en la esquina de las calles de la Iglesia y del Carmen; un inmueble construido en 1880.

-No me diga que de los paquetes de café de Amador va a desaparecer el dibujo de toda la vida.

-¿Te refieres al dibujo en el que todo el mundo dice que hay dos chinos, dos mandarines...? No, el dibujo de nuestros paquetes de café no va a desaparecer, pero en general renovaremos toda nuestra imagen.

-¿Y cómo es eso de que en ese dibujo todo el mundo cree ver a los dos mandarines...? Me ha dejado usted intrigado.

-Es que no son dos mandarines.

-¿No...?

-Pues no [ríe Jorge]. En realidad son dos antiguos repartidores del café de nuestra casa. Y es un dibujo hecho por un gran ilustrador, Eugenio Charlón, que como sabes incluso hizo sus pinitos en el mundo literario, y fue coautor de una obra de teatro. Pero también es bonito que la gente haya dejado volar su imaginación alrededor de ese dibujo y haya visto en él lo que le ha parecido más simpático. También es una forma de cariño, eso.

-¿Cómo se puede sobrevivir, comercialmente, a momentos de la historia tan diferentes?

-Tratar de hacer las cosas bien es la mejor de las recetas para seguir existiendo. Es cierto que todos nos equivocamos a veces, pero cuando no aciertas tienes que admitirlo, aprender de tus errores y cambiar de rumbo. Y, por supuesto, en el mundo del comercio, como en cualquier otro ámbito, hay que tener presente que apostar por la calidad es fundamental.

-Y tendrán ustedes, claro está, muchos clientes que lo son de siempre.

-Muchísimos. Nuestros clientes son verdaderos amigos. Siempre lo son. Y también forman parte de la historia de esta casa.