Puede sostenerse razonablemente, esto es con argumentos convincentes y sólidos, que los políticos locales ferrolanos son los peores de todas las ciudades de Galicia? Las periódicas encuestas y repetidos estudios socioeconómicos que promueven indistintamente entidades públicas y privadas sitúan a Ferrol en los puestos de cola de las clasificaciones cuando no directamente cerrando los estadillos. No es nada nuevo desde hace decenios. Si exceptuamos las consultas demoscópicas, que contienen sesgos interpretativos y/o prejuiciosos, se trata de investigaciones basadas en datos objetivos: renta, edad, habitación, desplazamientos, desempleo, residencia, etcétera ¿Cuál es la razón por la que también situamos, hablo en primera persona, a los políticos locales en los puestos que cierran el ránking gallego? Carezco de respuesta plausible, más allá de intuiciones o indicios, alguno escasamente halagüeño para la autoestima colectiva. Como la realidad es tozuda e inalterable a las suspicacias, he ahí el caso de Yolanda Díaz, una de las ministras mejor valoradas del Gobierno -malicio que la mejor puntuada si aventamos el polvo ideológico de las encuestas-. Ya nos olvidamos de la consideración que nos merecía cuando era concejala, según los sondeos más conspicuos ¿Se trata de otra persona diferente? ¿Le afectaron tanto los aires madrileños? Como creo que el de la política comunista no es un caso aislado, tal vez a los ferrolanos con nuestros representantes locales nos suceda, véase de nuevo la primera persona, como al crítico literario tan severo y tan riguroso que para él la mejor novela era ninguna. Tal vez tendríamos que hacérnoslo mirar y relajarnos un poco.