El mirlo y un récord del mundo

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

09 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tenía yo pensado hablarles hoy aquí de un mirlo, vecino de Río de Sáa, que ha alcanzado tal maestría en el arte de imitar cantos ajenos que hasta es capaz de reproducir, de forma extraordinaria, el sonido de los cascabeles -y a veces hasta el de los pasos- de los caballos de tiro que suelen andar por allí, con las crines perfectamente peinadas y siempre muy bien herrados, los domingos por la mañana. Cosa que, hasta que no le sabes el truco, te parece una extraña magia, puesto que te da la impresión de que los caballos, habiendo aprendido a volar, andan trotando entre las copas de los árboles. Una ilusión que se desvanece cuando miras allá arriba, hacia lo alto, y, como es natural, no ves nada. De todas formas, y para que no les parezca que estoy exagerando, no haré más comentarios sobre ese pequeño prodigio, que a mí me gusta tanto. Permítanme, sin embargo, dar testimonio de que si bien es cierto que este año tampoco yo he oído cantar al cuco, sí se escucha muy a menudo a nuestro amigo O'Peto, al pájaro carpintero, ave de precioso plumaje que, como suele recordarme mi amigo Logh Itoh, es capaz de predecir los cambios de tiempo con una precisión admirable. La poesía, me parece a mí, es hoy, más que nunca, necesaria. Sobre todo porque el tiempo corre a una velocidad terrible. Y cuánta poesía hay, bien sabe Dios que sí, en los cantos de primavera que nos regalan, con una generosidad infinita, esos pájaros del cielo a los que San Francisco solía predicarles con tanto afecto, como bien nos recuerda uno de los maravillosos capiteles que conserva, en su claustro, el monasterio de Santa Catalina de Montefaro. Leo estos días a dos poetas. Ferrolano uno (Manuel Anxo Cendán Dopico, que publica, en verso, A Terra Infinita) y sevillano el otro (José María Jurado, que brilla también en prosa con las páginas de Cuaresma). Y estoy recordando, por cierto, que no he tenido ocasión aún de felicitar en persona a Pepín Rioseco, flamante plusmarquista mundial de los 800 metros lisos en la categoría de atletas de más de 80 años. Me emocionó ese nuevo récord de Pepín, y más me emocionó aún lo que decía tras la carrera: que lo que importa es seguir viviendo intensamente cada día, sin detenerse ni por un instante, porque la vida es siempre un regalo. Ojalá esta noche brille, en lo alto del firmamento, la Vía Láctea. Es Año Santo.