Mirar al suelo

Nona Inés Vilariño MI BITÁCORA

FERROL CIUDAD

06 abr 2021 . Actualizado a las 18:52 h.

Fue en uno de mis paseos. Una preciosa y entrañable abuela observaba el horizonte, sin prisa, desde un mirador acristalado, con una media sonrisa y sin reparar en lo que ocurría en la calle. No pude evitar detenerme y disfrutar de la imagen de la señora que, protegida por un cristal casi imperceptible por su limpieza y transparencia, parecía disfrutar del paisaje sobrevolando el asfalto, con calma, sin mirar al suelo y a todo lo que impide caminar sin temor al traspié. Porque el paseo puede ser una fuente inagotable de hermosas imágenes que se atrapan, si se camina sin temor al hoyo o a la baldosa desprendida, que hoy son tan frecuentes.

Pero no es la lírica lo más adecuado para denunciar una realidad que está causando problemas a miles de ciudadanos que, habitualmente, destrozan los neumáticos de sus coches, su calzado o, lo más grave, la tibia, la cadera o las costillas, al caer en uno de los innumerables baches o aceras destrozadas. Algunos parques, las calles, los caminos, los improvisados y cutres aparcamientos son una permanente sucesión de obstáculos, que ya ni forman parte de los obligados quehaceres de los gobiernos locales. Hablar de esto es, dicen, es rebajar el discurso… Pero la seguridad vial es un derecho y debe proteger del peligro, también, de caerse… El abandono del mantenimiento permanente del suelo que pisamos, o de los espacios y edificios públicos, deberían ser los primeros parámetros de la eficacia de un gobierno. Y, como producto de todo esto, la imagen de Ferrol se deteriora y se desdibuja un patrimonio de asombrosa belleza y valor incalculable. Toca mirar al suelo.