Odeón: solo para ir a la peluquería

FERROL CIUDAD

Sin público ni clientes, el centro comercial Odeón estuvo desierto este sábado
Sin público ni clientes, el centro comercial Odeón estuvo desierto este sábado CESAR TOIMIL

Persianas bajadas en el gigante naronés, convertido en un desierto y únicamente accesible con el salvoconducto de la cita previa

30 ene 2021 . Actualizado a las 19:36 h.

Persianas bajadas, escaleras mecánicas paradas y el portalón de los accesos al aparcamiento cerrado a cal y canto. El coronavirus sigue sacudiendo la comarca al tiempo que la siembra de un reguero de imágenes insólitas. Como la de este sábado en Odeón. El centro comercial y de ocio naronés cerraba sus puertas el fin de semana: ni comercios, ni ocio, ni restauración. Las últimas restricciones para contener el avance del covid-19 convirtieron la mole comercial en un desierto en plena época de rebajas.

Sin embargo, una de las puertas permanecía abierta. Servía para dar servicio al personal y a la única excepción entre el más de medio centenar de puertas cerradas: la de la peluquería Pilar Monteagudo. Pese a no ser sector considerado una actividad esencial en . Y se permitía el acceso a ella a naroneses, pero solo con el salvoconducto de la cita previa. Aunque los clientes también escaseaban: «Poquísimos. Hay poco movimiento, qué le vamos a hacer. Y hay gente que no sabe que estamos abiertos», reconocía la peluquera desde el lavacabezas en el que atendía a la única clienta presente. Todo lo demás, cerrado. Y la peluquería por la tarde, también. Los escasos despistados o curiosos que se atrevían a asomar la cabeza, eran expulsados expeditivamente por efectivos de seguridad. Pero las persianas permitían entrever un pequeño grado de actividad: la de los dependientes que, sin público al que atender, invertían la jornada en ordenar y reponer.

Los intermitentes aguaceros no invitaban al paseo. Y las tiendas suman a los efectos de los confinamientos perimetrales el del cierre del centro comercial. Francisco Nogueira atendía a media mañana al único cliente que había pasado por Gadgets 43, una tienda de accesorios para móviles. «Estamos facturando el 20 % que normalmente. Abro por abrir. Un desastre», reconoce.

Lo mismo ocurre dos manzanas más allá en Patito de Goma, el establecimiento de calzado infantil que abrió Leticia Rayo hace cinco años. «Las ventas han bajado muchísimo, un 60 o 70 %». Ayer no había entrado ni una persona. Cuando un sábado anterior a la pandemia podía facturar hasta 700 euros, la irrupción del coronavirus dejó la cuenta en 90, «como mucho». Pero a las doce de la mañana la caja ni se había abierto.

Parque Ferrol y Alcampo

Al otro lado de la frontera, en Parque Ferrol la actividad, sin embargo, fluía. La restricción excluye a las tiendas de alimentación y, por extensión, a los hipermercados. Y en Carrefour muchos, en teoría, ferrolanos aprovechaban la mañana lluviosa para hacer la compra. Dentro del complejo, puertas abiertas en la peluquería, la tienda de animales, las ópticas y el local de pintado de uñas. Ambiente similar en Alcampo, con menos gente que un sábado habitual, y con el banco, la peluquería, la farmacia, una cafetería con productos para llevar, y el taller operativos en su galería comercial.