Diego Quevedo, alférez de navío retirado: «En Ferrol se fabricaban todas las prendas auxiliares de la Armada»

Por Ferrol se habrán paseado incontables cintas de lepanto. Esas bandas de seda negra con el nombre de los buques militares que distinguen a sus dotaciones. En la historia de ese elemento clásico se sumerge la última obra de Diego Quevedo Carmona (Cartagena, 1954), alférez de navío retirado, experto en submarinos, coleccionista y apasionado investigador de la historia de la Armada. La cinta de lepanto de marinería, editado por Robinson, librería náutica de Madrid, pone en valor esa pieza a través de la vasta colección propiedad del autor. Creada a mediados del XIX, se instauró de la mano del resurgir de la Marina: nuevos buques, nuevas unidades y también la modernización de la uniformidad de la Armada. Porque antes «la marinería vestía casi de forma anárquica».

-Dice que desde Ferrol se surtía a toda la Armada.

-A lo largo de la historia se han fabricado en distintos sitios. Hubo una época en la que se hacían en Ferrol, en Manufacturas Piñón. Se encargaba para toda la Armada. Incluso fabricaban los gorros, los lepantos, las toallas y los calcetines de la marinería, o sea, todas las prendas auxiliares de la Armada. Llegó a ser una empresa muy floreciente.

-¿Cuántas de las de su colección están vinculadas a la ciudad?

-Muchas. Aunque la Armada ha tenido presencia en todos los rincones, el grueso de la marinería ha estado siempre en Cádiz, en Cartagena y en Ferrol.

-Las habrá con mucha historia detrás.

-La del crucero Cardenal Cisneros, por ejemplo, que se hundió en la ría de Muros. El barco duró solo tres años. La cinta es muy codiciada. O la de los buques que se hundieron en la guerra de Cuba: el Reina Mercedes, el Infanta María Teresa… sobre todo los barcos hundidos es lo más complicado para rastrear a efectos del coleccionista.

-¿Se paga bien por una?

-Sí. Claro.

-¿Cuántas tiene su colección?

-Más de 800. El día que yo no siga, serán donadas al Museo Naval de Madrid y desde esa entidad que hagan con ellas lo que crean conveniente. Si deben quedarse allí, o si, por ejemplo, las que tengan que ver con Ferrol, que las envíen, y a Cartagena y Cádiz lo mismo. Es historia de la Armada. Hay cintas de buques hundidos que es lo único que queda del barco.

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