Las nuevas altas no logran frenar la caída de socios en la Cocina Económica

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

La Cocina Económica de Ferrol, en una imagen tomada el pasado martes
La Cocina Económica de Ferrol, en una imagen tomada el pasado martes CESAR TOIMIL

La entidad teme que las restricciones a la movilidad por la pandemia reduzcan la entrega de donaciones económicas y de víveres estas fiestas

10 dic 2020 . Actualizado a las 14:12 h.

Llega fin de año, toca hacer balance, y en la Cocina Económica de Ferrol las cuentas no arrojan las cifras soñadas. Pese a los esfuerzos realizados por la entidad para captar nuevos socios, la lista de benefactores sigue adelgazando. «En la actualidad tenemos 1.400, y a pesar de las nuevas altas que hicimos este año, el balance final es que habremos perdido en torno a unos 50 socios en este 2020, la mayoría por fallecimiento, pero en algunos casos por pérdida de capacidad económica», explica el presidente de la entidad, Antonio Tostado.

Por eso, desde la directiva hacen un llamamiento a la solidaridad y piden tanto donativos económicos como de víveres de cara a las próximas fiestas navideñas. «Aunque la gente es muy solidaria con nuestra causa, nos preocupa que, debido a la reducción de la actividad social y la naturaleza de la pandemia, las entregas de alimentos o incluso las donaciones puedan disminuir en los próximos días», apunta Tostado.

El servicio se ha dividido en varios turnos y solo hay dos comensales por mesa, separados por una mampara
El servicio se ha dividido en varios turnos y solo hay dos comensales por mesa, separados por una mampara CESAR TOIMIL

Desde que la Cocina Económica recuperó el servicio en mesa el pasado 1 de octubre, el perfil de los usuarios ha cambiado de forma significativa. Ahora únicamente se atiende al colectivo más vulnerable, es decir, personas en riesgo de exclusión social, que se encuentran solas, desplazadas o en situaciones de precariedad sin vivienda, por lo que pasan la noche en albergues o pensiones. Antes, en cambio, se atendía también a un buen puñado de familias con niños -en torno a 45 personas-, que a raíz del coronavirus pudieron acceder a ayudas de emergencia para comprar alimentos y ahora ya no se ven obligadas a desplazarse al comedor de la Cocina Económica para comer o cenar.

Esta circunstancia, junto la necesidad de limitar el aforo en el comedor a causa la pandemia, ha provocado que el número de usuarios atendidos cada día se haya reducido notablemente. Si en el mes de febrero, antes de que estallase la crisis, se atendía a una media de 124 personas al mediodía y a 60 a la hora de la cena, ahora esas cifras han bajado a 70 y 30, respectivamente.

Perspectivas de futuro

Sin embargo, desde la entidad temen que esta situación cambie en los próximos meses y la demanda en el comedor de la calle Rulbalcava pueda dispararse debido a dos factores: por un lado, el previsible empeoramiento de la situación económica: y por otra parte, la posibilidad de que las ayudas de emergencia social, en principio provisionales, no se mantengan. Esto provocaría que muchas familias con niños volviesen a llamar a la puerta de la Cocina Economía, donde sería inviable atender todas las peticiones. «En la crisis económica del 2008 el comedor se masificó para poder dar respuesta a toda la demanda, pero ahora es diferente, porque con la pandemia hemos tenido que reducir el aforo. Por las noches aún podríamos atender a más personas, pero al mediodía ya casi estamos al límite de capacidad», apunta Tostado, quien al mismo tiempo reivindica que se mantengan las ayudas, para que así las familias puedan seguir en sus casas en lugar de tener que desplazarse a la Cocina Económica.

Más a corto plazo, la principal preocupación es que algún miembro del personal se contagie, como ocurrió en la Cocina Económica de Santiago, lo que obligaría a suspender el servicio en mesa, al menos durante algunos días. Por eso las medidas de seguridad se han extremado al máximo en el comedor de Rubalcava.