El día en que Ferrol retrocedió ocho meses

Beatriz García Couce
Beatriz Couce FERROL

FERROL CIUDAD

La mayoría de los bares y cafeterías echaron la persiana pero un pequeño grupo la volvió a abrir hoy con comida y cafés para llevar

07 nov 2020 . Actualizado a las 15:07 h.

Ferrol retrocedió esta mañana ocho meses. Se situó en aquel sábado 14 de marzo cuando todos los negocios de hostelería tenían echada la verja después de que la Xunta decretase el cierre de bares y restaurantes como uno de los primeros pasos para intentar frenar la pandemia del coronavirus que aún se desconocía hasta dónde iba a llegar. Y esa es la principal diferencia de esta jornada de actividad comercial y social en A Magdalena con la que se vivió a mediados de marzo: hay incertidumbre, sí, pero también más conocimiento; hartazgo, pero también resignación y confianza. 

Por ello, aunque a primeras horas de la mañana apenas si había movimiento en el corazón de la ciudad, conforme fueron abriendo los establecimientos comerciales, el aspecto de las principales calles del centro se asemejaba más a un sábado cualquiera. La ausencia de los establecimientos de hostelería fue notable, sobre todo por la carga emocional de un cierre que vuelve a golpear al sector. Sillas y mesas apiladas y sombrillas recogidas evidenciaban en la calle Real, la plaza de Amboage o el Cantón el apagón de decenas de negocios -con centenares de puestos de trabajo detrás-, que deben permanecer un mes sin actividad, salvo excepciones.

Y son precisamente esas excepciones las que han permitido que algunos valientes del sector se hayan decidido continuar funcionando, preparando cafés y comida para llevar. Es el caso de Samuel Curbeira, propietario de Ankha, ubicado en la calle de la Iglesia, que se ha decidido además a abrir sus puertas desde temprano, para intentar también promocionar los desayunos para llevar. Es uno de los negocios que está adscrito a la aplicación puesta en marcha por la Asociación de Empresarios de Hostelería de Ferrol y Comarca de reparto a domicilio y se muestra contento con su funcionamiento, sobre todo las noches de los fines de semana. «Ahora de los que se trata es de cubrir gastos», afirma, al mismo tiempo que pone el acento en todos los profesionales a los que les afecta el cierre del sector, como los distribuidores y los suministradores de todo tipo de alimentos y productos. Admite que le dio mucha tristeza ver la ciudad esta mañana, «y mucha más ayer, cuando recogimos todo a última hora».

Los pocos que se decidieron a abrir no dejaron de hacer cafés. En el Sevilla, ubicado en la calle Galiano, optaron por reducir el horario y trabajar de ocho de la mañana a doce del mediodía para atender una demanda que les hicieron en los últimos días. José Carlos López afirma que muchos fueron los que les pidieron que abriesen para servir los cafés a la zona y han cumplido.

En el Lusitania, en la calle Real, también recortan las horas de atención al público, pero mantendrán la actividad de servir para llevar. En la mañana de ayer, algunos clientes haciendo pequeñas colas delante de la puerta en momentos determinados evidenció que no habían parado de trabajar.

Compras ya para Reyes

Entre los comerciantes también se palpa la tristeza que supone ver que sus vecinos de negocios han tenido que bajar la persiana. «No entiendo por qué le sacuden tanto a unos sectores y a otros no. Deberíamos de repartirnos todos el impacto y que nos cierren a todos quince días, confinarnos para intentar frenar esto y luego volver todos a la vez», comenta Carolina Díaz, de El armario de Carol. Admite que en los últimos días, con el anuncio de las restricciones, el ánimo de la gente decayó y se ralentizaron las ventas, aunque a favor del comercio también se encuentra el hecho de que otras muchas actividades siguen operativas, y el trasiego de los escolares y sus padres a colegios, institutos y Universidad. «La incertidumbre influye para bien y para mal. Hay gente que se retrae pero otra ya está comprando regalos de Reyes, porque tienen miedo a que nos confinen», afirma esta comerciante que prefiere quedarse con el vaso medio lleno.

Otras profesionales del sector también subrayan que el bajón de la persiana de la hostelería no solo se va a notar en la actividad económica de la ciudad, sino también en el centro, ya que junto con el comercio «somos los que damos luz a las calles». Por lo de pronto, habrá que esperar en torno a un mes para recuperar esa luz.