«O nos unimos o nos hundimos», clama el sector de la hostelería en una protesta en Ferrol

FERROL CIUDAD

Kiko Delgado

Los titulares de muchos negocios aseguran estar «asfixiados», por lo que no volverán a abrir hasta que se rebajen las restricciones

01 nov 2020 . Actualizado a las 18:35 h.

A las doce de la mañana del domingo, cuando habitualmente algunos aún toman el café y otros ya empiezan con los vinos, Ferrol era una ciudad prácticamente desierta. A los bares y cafeterías que no abrían los domingos se sumaron otros negocios del sector, por lo que la actividad hostelera se limitaba a unas pocas terrazas, con uno o dos clientes por mesa.

A esa hora, en la plaza de Armas se comenzó a congregar gente, hasta sumar unas 200 personas. Eran empresarios y trabajadores del sector de la hostelería, que, convocados a través de las redes sociales por Pablo Cabrera, titular del bar Papillón, decidieron salir de detrás de la barra y ponerle cara a una situación que, según indicaron, los tiene «asfixiados».

Las últimas restricciones decretadas por la Xunta ante el alarmante avance de la pandemia del covid-19 les impiden atender a los clientes en el interior de los locales y en las terrazas se ha limitado el aforo y solo pueden sentarse a la misma mesa personas convivientes.

«Somos conscientes de la gravedad de la situación, pero no nos dejan trabajar. Esto es un desaguisado, no podemos continuar con este sinvivir, por lo que acabaremos cerrando todos», apuntaba Pablo Cabrera, aclarando que no actuaba como portavoz del colectivo y que la convocatoria la hizo siguiendo el ejemplo de la hostelería de A Coruña. «Estamos muy preocupados, sin apoyo de la administración y si no nos dejan trabajar no podremos pagar los alquileres. Nos asfixian y caeremos todos como un efecto dominó», apostilló el dueño de Papillón, que ya tuvo que enviar al ERTE a un camarero.

«Nos invitan a cerrar»

La opinión de este hostelero es compartida por el resto del sector. Jesús Santalla, titular de O Rueiro, de Canido, ya tiene cerrado su establecimiento, porque en su terraza podría poner «tres mesas y media, y no podemos olvidar que estamos en Galicia y suele llover». No tiene intención de abrir hasta dentro de 14 días, el plazo que, inicialmente, se ha marcado en las restricciones que entraron en vigor la medianoche del sábado.

María del Carmen Pena Carballeira, propietaria del bar Bonxu de Santa Icía, en Narón, también bajó la persiana. «No tengo terraza y las normas establecidas son, en realidad, una invitación a cerrar», manifestó a este periódico, añadiendo que, desde su punto de vista, el hecho de que no se hubiese decretado el cierre total de la hostelería tiene por objeto «no dar ayudas al sector».

El dueño de Imos Aló, Serxio Perille, asegura estar doblemente indignado, por las restricciones y por el hecho de que, según dijo, lleva «desde junio esperando que me autoricen la instalación de una terraza, con todo el papeleo resuelto y el ok».

Las responsables de los locales A Nogueira y Artesa, ubicados en Canido, solo tienen abierto para llevar comida para casa.

Por su parte, los establecimientos Ábaco y A Casa do Fol, también estarán cerrados 14 días, ya que no les compensa seguir abiertos, porque en sus terrazas solo podrían trabajar con seis y cuatro mesas respectivamente.

«O nos unimos o nos hundimos»

Con estas opiniones generalizadas y compartidas, las alrededor de 200 hosteleros que ayer se concentraron en la plaza de Armas corearon la consigna «O nos unimos o nos hundimos», en una llamada de atención ante la situación de emergencia en la que se encuentran.

«De este modo, vamos a cerrar todos: la noche, la hostelería y también la restauración, porque es imposible sostenerse», concluía Pablo Cabrera ayer en la plaza de Armas.