¿Sabes que hubo un pirata gallego a principios del siglo XIX, azote del Atlántico?

Museo Naval FERROL

FERROL CIUDAD

CEDIDA

Un ferrolano fue la primera víctima del pontevedrés Benito Soto Aboal

28 oct 2020 . Actualizado a las 17:09 h.

A principios del siglo XIX no era un pirata inglés quién infundía temor a los barcos que surcaban el océano Atlántico, sino un pontevedrés llamado Benito Soto Aboal. Nacido en el mismo año de la batalla de Trafalgar (1805) en el seno de una familia pobre y con 14 hermanos, se saltó el reclutamiento militar y decidió buscar suerte en aguas caribeñas. Poco se sabe de sus primeros años, hasta que a bordo del bergantín brasileño O Defensor de Pedro encabeza un motín y se hace con el barco. Contaba apenas 23 años.

Una vez expulsado el capitán depuesto, comienza la leyenda de nuestro pirata gallego. No hace falta ser sabinista (en alusión a la canción de Sabina La del pirata cojo) para dejarse seducir por el halo de misterio y aventura que envuelve a los piratas. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer los actos sanguinarios de quien fue considerado el último gran pirata del Atlántico.

Su primera víctima fue precisamente un ferrolano, Miguel Ferreira, que tuvo la osadía de enfrentarse al nuevo capitán pirata y acabó con un disparo en la cabeza y arrojado al mar.

En la costa africana asaltó al mercante de bandera inglesa Morning Star. Con una tripulación envalentonada por el alcohol, mataron a casi toda la dotación, violando a las mujeres. Al capitán lo asesinan en cubierta, al igual que a los desesperados que se arrojan al mar. Como no es amigo de dejar testigos, ordena encerrar a los supervivientes y hundir el barco. Para su desdicha, unos marineros consiguen taponar las vías de agua cuando el Morning se iba a pique y llegar con vida a puerto. Ya con el nombre de La Burla Negra, asaltan la fragata americana Topaz, con un importante botín de joyas. Con la lección aprendida, matan a toda la tripulación y prenden fuego al barco.

Deciden poner rumbo al norte, donde se cruzan y asaltan más barcos británicos y uno portugués, antes de llegar a Pontevedra en abril de 1828. Después de vender parte del material incautado, continuaron hacia La Coruña con pabellón brasileño y con el antiguo nombre de O Defensor de Pedro para vender las sedas robadas.

Embarrancados

No se sabe si por las dificultades para la venta o por las denuncias de su propia tripulación, Benito Soto decidió dejar Galicia. Su última y no menos atroz idea, era encallar su barco en Tarifa y matar a los que no le fueran fieles, para abandonar la vida de pirata y disfrutar de sus riquezas. Pero por equivocación embarranca en Cádiz, donde las autoridades ponen fin a sus andanzas.

El destino quiso que los supervivientes del Morning Star reconocieran al pirata gallego y declarasen en su contra. El 25 de enero de 1830 fue ahorcado en frente del Peñón de Gibraltar, acusado de múltiples asesinatos. La tradición cuenta que con la soga al cuello, Soto miró a los presentes y bramó: «Adiós a todos; la función ha terminado».

De aquellas andanzas nos quedan los versos de Espronceda, las menciones literarias de diversos escritores, e incluso las alusiones en las chirigotas del famoso carnaval de Cádiz. Y quién sabe, quizá parte de sus tesoros todavía permanezcan enterrados en la ría de Pontevedra a la espera de ser descubiertos o permanecer para siempre en el olvido de sus aguas.

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