«Lo que más le afecta a la gente es no poder tomar un café rápido en la barra e irse»

Carla Elías Martínez
Carla Elías FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Los hosteleros reorganizan los locales para adaptarse a las nuevas restricciones

23 oct 2020 . Actualizado a las 11:05 h.

Con un cartel de «fuera de servicio» en la barra, la cafetería Skada Moncloa recordaba ayer a sus clientes la entrada en vigor de las nuevas medidas anticovid. «Alguna persona llegó despistada. Costó que arrancara la mañana, la gente viene con miedo, preguntando qué se puede hacer», comenta el responsable, Jaime Grandal. Los hosteleros encaran las nuevas restricciones con resignación. «Lo que más le afecta a la gente es no poder tomar un café rápido en la barra e irse. No entiendo la medida porque la barra no estaba descontrolada», señala Alejandro Rañal, dueño del café Bonilla. Advierte de que las nuevas medidas, el cierre de la barra, la limitación del aforo interior al 50 % y grupos de hasta cinco personas, afectará, sobre todo, el fin de semana. «Supongo que el fin de semana será más complicado, sobre todo el viernes a última hora cuando la gente sale del trabajo y queda para tomar algo», augura.

Los hosteleros aprecian un descenso de la clientela esta semana por la escalada de casos. «Se está notando que la gente está más temerosa. De la que venía a diario a tomar el café en la barra, hoy -por ayer- vino muy poquita», indica Fran Fajardo, responsable del Café Derbi. El sector lamenta que esta medida les complica el servicio, sobre todo, los días de mal tiempo, y es un nuevo varapalo. «Entendemos que hay que tomar medidas pero siempre se nos culpa a nosotros», critica. ¿Cómo ha organizado el local? «Tenemos mesas con menos sillas, mesas altas y zonas donde si se sientan en una mesa ya no puede haber nadie en la de al lado. Y vamos a ser un poquito más pesados recordando que hay que ponerse la mascarilla. Ahí es más complicado», señala Fajardo. En el Skada Moncloa han colocado más carteles informativos -«indican las mesas que están fuera de servicio y la barra», señala Grandal- y el Lusitania ya tenía el aforo reducido al 50 % para la comodidad de los clientes.

Desde el sector esperan que, al menos, esta medida sirva para volver a concienciar a la clientela que no se mantiene con la mascarilla puesta. «Nos cuesta bastante llamar la atención a algunas personas de la utilización de las mascarillas o para que guarden la distancia. Creo que nos hace falta un tironcito de orejas para que mantengamos el buen nivel. No creo que sea con mala intención, creo que la gente se siente segura y se desprotege, pero no podemos desconcentrarnos», valora Antón Salgado, gerente del Lusitania.

En una mesa del Bonilla se sentaban ayer cinco amigas, estudiantes universitarias, Carlota Hidalgo, María Olañeta, María Hauha, Lucía Carballo y Carla González, cumpliendo la nueva norma del máximo permitido. «Hay que adaptarse», comentaron. Reconocen que acatan las medidas y creen que no debe responsabilizarse a las generaciones más jóvenes,. No creo que seamos tan irresponsables cómo dicen. Nosotras hacemos vida, que pasamos todo el día juntas, y con el resto de compañeros de clase mantenemos la distancia con la mascarilla. Hay que tener cuidado porque si aquí sales lo llevas a tu familia», reflexionan.