La travesía nupcial en tándem de windsurf que ni Álex ni el covid pudieron parar

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Tras casarse en O Couto, Daniel Cores y Camila Herrero cruzaron la ría a vela hasta el Pazo da Merced
Tras casarse en O Couto, Daniel Cores y Camila Herrero cruzaron la ría a vela hasta el Pazo da Merced ELOY TABOADA

Tras casarse en Narón, una pareja cruzó a vela la ría de Ferrol para reunirse con los invitados en la ribera de Neda

06 oct 2020 . Actualizado a las 09:54 h.

A principios de este año, el ferrolano Daniel Cores y la catalana Camila Herrero decidieron pasar por el altar y eligieron fecha para su boda. Sería el 2 de octubre del 2020, pero lo que no podían imaginar entonces es que para ese día el mundo entero estaría batallando contra un virus devastador y una ciclogénesis explosiva obligaría a activar la alerta naranja en la costa gallega. Sin embargo, ni una cosa ni la otra consiguieron arruinar su gran sueño: sellar su unión con una travesía nupcial sobre un tándem de windsurf -una tabla de grandes dimensiones provista de dos velas-, cruzando la ría de Ferrol desde el monasterio naronés de O Couto, donde tuvo lugar la ceremonia, hasta el Pazo de la Merced, en Neda, el lugar elegido para el convite.

La proeza tuvo lugar el pasado viernes, y aunque el temporal Álex entró de madrugada en Galicia con fuertes rachas de viento y mucha lluvia, a la hora de la boda, ya por la tarde, la borrasca amainó sin que nadie lo esperase. Y no solo eso, sino que hasta el arcoíris quiso dibujar su curva multicolor en el cielo para darle más brillo al acontecimiento. «Al final incluso echamos de menos que no hiciese más viento, porque entre que no soplaba nada y la fuerte corriente que teníamos en contra por la bajada de la marea, nos costó más trabajo hacer la travesía y tuvimos que remar con las velas para poder llegar al pazo. Aún así fue una experiencia única e inolvidable», comenta el novio todavía emocionado.

La novia conoció a su marido en un viaje que hizo en Semana Santa a Ferrol para practicar surf
La novia conoció a su marido en un viaje que hizo en Semana Santa a Ferrol para practicar surf ELOY TABOADA

Tras salir de la iglesia, los ya recién casados cambiaron sus elegantes galas nupciales por dos atuendos más apropiados para surcar las aguas de la ría. Él se enfundó un esmoquin de neopreno llegado desde Japón. Y ella, sin despojarse de su corona de flores, echó mano de una licra blanca para darle el toque nupcial al atuendo. «La verdad es que lo pasamos genial. Durante la travesía no paramos de hablar y reír y la llegada al pazo fue muy emocionante», cuenta Camila.

Tres años de noviazgo

Pero para contar bien esta historia desde el principio hay que remontarse tres años atrás, cuando esta pedagoga catalana visitó Ferrol en Semana Santa para practicar surf. «Al regresar a Barcelona me había enamorado tanto de Galicia que cargué todas mis cosas y en dos días estaba de vuelta», rememora Camila. Pero las olas y el paisaje gallego no fueron lo único que le hicieron tilín. En Ferrol también la esperaba Daniel, un apasionado del mar y la navegación como ella. Los dos practican surf y windsurf desde niños -él se inició en la escuela Ferrolvento con solo doce años-, y por eso, cuando decidieron darse el «sí, quiero», ambos tuvieron muy claro que esa pasión no podía faltar en la celebración. «Queríamos que fuese un día especial, para disfrutar en pareja y haciendo aquello que más nos gusta: navegar», resume Camila.

La única espinita que les queda clavada es no haber podido festejar el enlace por todo lo alto y con todos los amigos que tenían apuntados en su lista inicial de invitados -finalmente solo pudo acudir la familia-, a causa de la crisis sanitaria del covid-19. Pero ambos aseguran que en ningún momento pensaron en aplazarla, porque tenían muchas ganas de casarse y no querían esperar más. Ahora sueñan con el día en el que por fin podrán reunirse con todos esos amigos para brindar. Y descuentan los meses que les faltan para disfrutar de la luna de miel. Será en invierno, en Cabo Verde, y por supuesto, acompañados de sus inseparables tablas y velas de windsurf.