San Ramón, el Principado y las solemnidades ferrolanas

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

29 mar 2021 . Actualizado a las 20:32 h.

También yo siento un gran afecto por la comunidad asturiana de Ferrol. Bueno, en realidad -para qué vamos a engañarnos- le tengo un inmenso cariño a toda Asturias, que es una extraordinaria tierra, y por supuesto a todos los asturianos, que son una maravillosa gente. Asturias siempre estará unida, en mi memoria, a los Encuentros de las Letras Españolas, que cada año tienen por escenario la Casona de Verines, donde sigue estando viva la voz de Carlos Casares. Y la mera mención del Principado ya me hace recordar la prodigiosa atmósfera que Clarín logró crear en La Regenta alrededor de esa Vetusta suya que en realidad es, naturalmente, Oviedo. En Asturias ejerce la medicina el doctor Francisco Vizoso, cirujano e investigador fenés cuyo nombre ya está escrito con letras de oro en la ciencia española. Asturiana era Carmen Palacios Lengomín, escritora, pintora y maestra cuyo ejemplo sigue plenamente vivo en Ferrolterra entre todos cuantos la conocieron. Y Asturias, al igual que Galicia, es rica en grandes contadores de historias y en paisajes cuya magia hace volar la imaginación. Así que me ha dado una gran alegría que los asturianos de Ferrolterra le hayan concedido este año su máxima distinción, la Faba de Plata -premio que también Carmen Palacios recibiera en su día-, a un gran amigo de los buenos libros: a Manuel Sánchez Hermida, una de las personas que mejor conoce los profundos e intensos lazos que, a través de la historia y del afecto, unen a Galicia con el Principado. Sánchez Hermida, Manolo, fue durante muchos años el jefe de Protocolo del Ayuntamiento de Ferrol, donde su labor, siempre eficaz y brillante, logró que todas y cada una de las ceremonias institucionales supervisadas por él fueran siempre un ejemplo de elegancia. Con su buen hacer, Manolo Sánchez Hermida consiguió que el Concello de Ferrol fuese durante décadas, con alcaldes del más diferente signo, una referencia permanente en lo que atañe a la solemnidad de sus actos institucionales, en especial en ámbitos como los de la cultura y las artes. Mañana, como ustedes saben, es el día de San Ramón. Un día en el que se le rinde tributo no al patrono de la ciudad naval, que realmente es San Julián, sino a la memoria de un Ramón que fue el benefactor ferrolano por excelencia: el Marqués de Amboage. Un filántropo cuya historia conoce tan bien Sánchez Hermida, que además organizaba cada año la ofrenda floral del municipio ante la estatua de Ramón Pla y Monge, que era como el marqués se llamaba. Pero llegados a este punto, permítanme confesarles que Servidor de Ustedes, de la misma manera que se siente feliz por la distinción concedida a Sánchez Hermida, no solo está contento, sino además conmovido, porque precisamente mañana es el día en el que a San Ramón también se le honra, entre otros muchos lugares, en Sillobre. Si Dios quiere, al santo, O Meu Santiño, le llevaré a primera hora, como cada año, una vela. Que en esta ocasión no será para pedirle nada, sino para recordar a un gran amigo: a Julio López Allegue, a Julio de Remedios o das Abellas. Julio, que tanto cariño le tenía a San Ramón, ya habita ahora lo que nosotros llamamos muerte. Pero en el templo, ante la imagen del santo, volverá a haber una vela suya, como la había cada año. Y sonarán las campanas, igual que siempre, aunque en esta ocasión no vaya a tocarlas él. Porque, como campanero, Julio ha tenido en Bruno, en Bruno Aneiros, nieto de su hermana Pepucha, que también tocaba las campanas, un magnífico sucesor. La inmortalidad es un eterno presente.