Despropósitos educativos

José Antonio Ponte Far VIÉNDOLAS PASAR

FERROL CIUDAD

14 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En cualquier país avanzado la Educación es un pilar fundamental sobre el que se asienta el presente y el futuro de su población. En cualquiera, menos en España. Aquí hemos vivido siempre de espaldas a lo que supone la buena formación de nuestros jóvenes. Uno tras otro se suceden los Planes educativos sin que ninguno cuente con la aceptación mayoritaria de nuestra clase política, a la que parece no interesarle el tema. El problema no es de este o de aquel Partido político, sino que es un mal endémico que este país soporta como un maleficio insuperable. Y vez en cuando, el problema asoma la cabeza y nos recuerda que sigue ahí, tan vivo ahora como siempre. El coronavirus también vino a poner en evidencia lo poco que importa la Educación en España.

Resulta que, desde un primer momento, se decidió cerrar escuelas, institutos, colegios y Universidades sin que nadie se plantease revisar tales decisiones con la disminución de los contagios. Se fueron abriendo bares, cines, restaurantes, comercios pequeños y grandes, pero no hubo la más mínima contemplación con los centros educativos. La única solución fue la Enseñanza telemática, con todos los contratiempos que la inexperiencia y una defectuosa infraestructura acarrearon a los alumnos. Otros países, incluso alguno tan castigado como Bélgica, abrieron las puertas de los colegios y, con toda la precaución, atendieron presencialmente a sus alumnos, por turnos y en pequeños grupos, y experimentaron soluciones para el nuevo curso. Aquí lo que se acordó fue que ningún alumno tenga que repetir curso, y así todos contentos. También se decidió que en septiembre la mitad del alumnado tendría que estudiar desde casa y la otra mitad, en los centros. Como si no hubiese mañanas y tardes para hacer turnos y atender a todos presencialmente… Bueno, ahora mismo ya no es así. Asistirán todos, con la separación física reglamentaria, unos con mascarilla y otros sin ella. Estamos mareando al alumnado, que con tanto cambio acabarán perdiéndole el respeto a las normas y disposiciones ministeriales.

Y otro motivo más para el desaliento en el terreno educativo: según una consultora internacional, entre las 200 mejores Universidades del mundo sólo hay dos españolas. Mientras las instituciones más renombradas se mantienen estables en esta clasificación respecto al año pasado, las españolas pierden prestigio y reconocimiento. Aquí cada vez hay más titulados, pero peor preparados. Interesa presumir de número, pero no de calidad. Pero eso no quita para que el Ministro de Universidades haya rebajado las condiciones que dan derecho a una beca: ahora se concederán por el nivel de renta familiar y no por las notas del alumno, porque a este sólo se le pide que tenga una media de 5 en el curso anterior. La beca estuvo siempre pensada para los alumnos cuyas familias no tuvieran recursos económicos para costearles una carrera. Pero, a cambio de esa ayuda del Estado, se les exigía que tuviesen un buen rendimiento académico, que al fin y al cabo, redundaría en su mejor formación para el futuro. Yo tuve compañeros universitarios con beca que fueron estupendos estudiantes y hoy son grandes profesionales. Ahora, bastará con un aprobado raspado para tener derecho a disfrutar de una de las muchas becas que se pueden dar con los 1.900 millones de euros presupuestados para ello. Se debería premiar la excelencia y no la mediocridad. Pero bueno, las cosas en Educación acaban siempre en despropósitos.