«Somos privilegiados: estamos encerrados en el paraíso»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

La ferrolana Paula Camba, con su marido y sus mellizas, en  la isla filipina de Boracay
La ferrolana Paula Camba, con su marido y sus mellizas, en la isla filipina de Boracay cedida

La ferrolana Paula Camba se encuentra confinada en el hotel en el que trabaja su marido en Boracay, una isla filipina de solo diez kilómetros cuadrados

27 mar 2020 . Actualizado a las 19:11 h.

Cuando Filipinas ya pensaba que se había librado del coronavirus, el lobo del COVID-19 asomó las orejas. Ante la expansión de la pandemia en el sudeste asiático, el gobierno de Rodrigo Duterte ordenó hace ya varios días el confinamiento de la población con medidas muy duras y restrictivas, pero no todo el mundo vive igual el encierro.

En la pequeña isla de Boracay, una meca turística de solo diez kilómetros cuadrados, famosa por sus playas y resorts, la ferrolana Paula Camba asegura que «dentro de lo malo», ella y su familia se sienten «muy afortunados». La isla se ha quedado vacía, sin apenas turistas, pero ellos siguen en Boracay, porque allí está su hogar desde hace dos años. «Vivimos en una casa tradicional de madera y paja dentro del resort en el que trabaja mi marido, con acceso a zonas ajardinadas muy amplias y una playa privada, así que no nos podemos quejar. Somos unos privilegiados: estamos encerrados en el paraíso», apunta Paula, al tiempo que explica que el complejo en el que residen se encuentra cerrado y ya no alberga huéspedes.

Esta ferrolana con alma de trotamundos -que desde que se marchó de Galicia, hace ya quince años, también vivió en Dubai, India, Myanmar y Tailandia- cuenta que toda la familia intenta llevar el día a día «con mentalidad positiva». Sus mellizas, Elsie y Lola, siguen con la actividad escolar por las mañanas gracias a las clases on-line que imparte su colegio, y por las tardes, aprovechan para hacer ejercicio en el jardín o darse un baño en la playa, aunque la mayor parte del tiempo lo pasan en casa, «porque en estos momentos el sentimiento que prevalece es la solidaridad».

La escuela de Boracay a la que asisten las hijas de Paula imparte clases on line desde que se ordenó el confinamiento
La escuela de Boracay a la que asisten las hijas de Paula imparte clases on line desde que se ordenó el confinamiento

Según explica Paula, en la isla de Boracay la mayoría de los hoteles han cerrado ya sus puertas, aunque todavía hay unos pocos que siguen abiertos con servicios mínimos, mientras solo una docena de restaurantes «con permiso para llevar comida a domicilio» han podido mantener su actividad. «Los supermercados sí funcionan con normalidad, aunque se necesita un pase especial para ir hacer la compra y solo puede ir un miembro de la familia, que siempre tiene que ser el mismo. Además, todo el transporte marítimo, terrestre y aéreo se ha cerrado», comenta sobre las medidas de contención impuestas en la isla de Boracay, donde el «confinamiento oficial» comenzó hace ya una semana.

Aunque Paula intenta limitar su conexión a las redes sociales y no ver mucho la televisión para mantenerse «fuerte» psicológicamente, esta ferrolana no puede ocultar su preocupación por sus amigos de Manila, donde la situación es mucho más complicada. Ni tampoco por sus seres queridos en Ferrol. «¿Que qué es lo más difícil? Lo más duro sin duda es estar lejos de la familia, porque, aunque llevo ya 15 años viviendo en el extranjero y estamos acostumbrados a estar separados, esto no es lo mismo. Si pasase cualquier cosa, no hay forma de ir a España. Aquí tenemos amigos italianos que han sufrido la pérdida de familiares muy cercanos y no han podido siquiera ir a su entierro. Es muy triste».

EL DATO

En Filipinas se han contabilizado más de 630 contagios y 38 muertos por coronavirus, pero el número de afectados probablemente sea mucho mayor, ya que solo se han hecho las pruebas de diagnóstico a una pequeñísimas parte de la población.