En abril, la Navantia gallega marcará un nuevo hito, al llevar a cabo por primera vez la reparación y modernización de un crucero de enormes dimensiones. Es un mercado nuevo, en el que se adentra el astillero ferrolano después de comenzar a explorar nuevas opciones, empujado por la caída en la actividad en uno de sus puntales: el sector gasista. Solo una semana después de que el trasatlántico abandone las instalaciones de la antigua Bazán llegará otro buque similar, de la misma naviera que ha depositado su confianza en esta planta de la ría. Es decir, el estreno será doble.
Los astilleros locales saben lo que es reinventarse. En la otra orilla de la ría, la factoría de Fene, que pasó por mil avatares, pasó de fabricar pesqueros de madera a los mayores superpetroleros del mundo; de superlativas plataformas marinas a impresionantes estructuras de acero para la eólica marina. Ahora, la división de Reparaciones de Navantia da sus primeros pasos en un nuevo mercado que genera grandes expectativas en la ciudad, por la gran cantidad de trabajadores foráneos que mueve. Ferrol, tan necesitado de que lo agiten económicamente, también se prepara para responder a este reto que, una vez más, viene del naval.