El anuncio del adecentamiento de la batería de Prior por parte de la Diputación Provincial de A Coruña, respondiendo así al interés del Ayuntamiento de Ferrol, forma parte de esas iniciativas que tienen el éxito asegurado de antemano: se haga lo que se haga, siempre será mejor que lo que tenemos. Llevamos tanto tiempo quejándonos del abandono al que se ha relegado toda la línea artillera de costa de Ferrolterra que un elemental desbroce de la maleza que la sepulta será bienvenido. Lamentablemente, por una decisión ciega y torpe, las instalaciones han sido despojadas de los cañones, formidables en el caso de Prior, y otros elementos que hoy resultarían muy valiosos como parte de la historia reciente. Y si el ejemplo más cercano de lo que pudo haber sido y no fue lo tenemos en el coruñés monte de San Pedro, de lo que se trata es de no añadir baldones a la incuria pasada. Pero si el éxito está asegurado, otra cosa distinta es si hablamos del alcance del proyecto. Porque todos sabemos que si lo que se propone es reparar mínimamente el acceso, podar las zarzas, limpiar las paredes y colocar carteles, el resultado será que los pintarrajeadores habituales dispondrán de nuevos lienzos donde regurgitar sus mañas. Recuerdo la tenacidad de Xerardo Estévez, probablemente el mejor alcalde que tuvo Santiago, por rehabilitar (llenar de vida) frente a restaurar (reconstruir) el casco histórico compostelano. Tal vez haya iniciativas latentes de entidades cívicas que darían vida a esas viejas edificaciones costeras o a alguna de ellas. Este sería el momento de darles alas, que sería, al mismo tiempo, darle una nueva vida a esos soberbios miradores al Atlántico.