Librerías

José Varela FAÍSCAS

FERROL CIUDAD

22 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Trabajé, entre 1978 y 1980, a las órdenes de Gustavo Luca de Tena, a quien tengo por el periodista más brillante y de más robusta formación intelectual de cuantos pasaron por la delegación de este periódico en Ferrol. Natural de Redondela, siete años mayor que yo y diez más que mi hermano Paco, su generoso magisterio resultó providencial para ambos. Lector incansable, de una curiosidad que no tenía fin, comentaba que esta ciudad se caracterizaba por mantener abiertas unas librerías envidiables. Era una época en la que saciábamos la sed de saber, sobre todo, en las aguas claras de la fuente que Álvaro Espilla administraba con prudente audacia en Helios, cuya clausura aún lamentamos. Desconozco las estadísticas de consumo bibliográfico en unos tiempos en los que el comercio de bienes culturales languidece y no son pocas las librerías que se mantienen a flote con el salvavidas del material escolar, artículos infantiles o chucherías. Aun así, ciertamente, sobreviven desafiando los vientos adversos de la frivolidad y el lo-quiero-todo-ya, magníficos ejemplos, para disfrute de quienes conservan el viejo hábito de la lectura, que, en pura lógica de mercado, no deben de ser pocos. Aventuraba un amigo al respecto que Ferrol era, para él, sin duda, una de las ciudades con las más nutridas y numerosas bibliotecas particulares de toda Galicia. Tenemos, venía a decir, nuestras casas atiborradas de volúmenes; habremos de ser, como elemental resultado de ello, los ciudadanos más ilustrados de la comunidad ¿Cómo nos explicamos, concluía con sarcasmo, que seamos incapaces de acertar con el rumbo que conviene a la ciudad? Al final, ¿para qué nos sirve saber tanto?