Bezoucos, una península de leyenda

Cristóbal Ramírez

FERROL CIUDAD

cristóbal ramírez

Este saliente del golfo Ártabro atesora un sinfín de historias en cada uno de sus rincones

14 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Decía hace medio siglo un aspirante a historiador local ferrolano que la península de Bezoucos se había construido a golpe de leyenda. Y quizás no anduviera muy desencaminado, porque ese saliente que se adelanta en el golfo Ártabro como si quisiera ser el primero en divisar los numerosos barcos que se dirigían a él está lleno de leyendas. Desde luego, si el topónimo procede de Bisaquis (dos aguas), queda todo explicado: la ría de Ferrol por el norte (en la popularmente llamada «la otra banda»), y la de Ares y Pontedeume por el sur.

Y aquel aspirante a historiador no andaría muy errado, en efecto, porque leyendas hay. Y numerosas. Y se van olvidando poco a poco a pesar de que algunos -Romayo de Chanteiro, por ejemplo- plasman en Internet todo lo que pueden. Como la de la Cova dos Mouros, que cruzaba de Meá, en Mugardos, hasta las cercanías de un castro costero en la parte más abrupta de la costa de Ares, esa que permanece prácticamente virgen y que no ha sido explorada por el turismo. Las entradas están localizadas, pero no resulta fácil llegarse a ellas. Sobre todo a la de Ares, puesto que está en una pared vertical, y la otra solo resulta accesible con marea muy baja.

Lo que sí impresiona es el castro de Santa Mariña, con su enorme murallón protegiendo la pequeña península. Pasado el cementerio de Cervás -que por cierto está pegado a otro castro-, primera a la derecha, primera a la izquierda. Un paseo magnífico.

Siguiendo esa misma costa escarpada, con A Coruña allá al fondo, se llega a tiro de fusil de las islas Miranda, donde se decía que habitaban sirenas. Algo mucho más irreal que el monasterio de Montefaro (señalizado a la derecha según se va de Ares a Chanteiro), allá arriba en el monte y que tiene horario de visitas (981 468 102). Este terreno, antes monacal, estuvo vedado por ser militar. Con un aspecto ahora que dista de ser óptimo, es posible partir de él y llegar hasta el magnífico mirador de A Bailadora, desde el cual la ría de Ferrol queda a los pies.

Lo que no se ve desde ahí es A Redonda, donde en el pasado hubo canteras con las que se construyó el Arsenal de Ferrol. Nadie habla de ello, pero hubo un tiempo en que los turcos que eran apresados -y turco era cualquier pirata que intentaba campar a sus anchas por el Mediterráneo primero y luego por las costas sureñas gallegas- acababan allí sus días, encadenados y picando piedra. Uno de ellos fue liberado por un labrador de Meá, aventura con final poco feliz para ambos. Pedro Bizoso se llamaba el mugardés. Del turco no nos llegó su nombre, según hace constar el estudioso Rodríguez Fraiz: era, simplemente, un esclavo.

La aventura

Caminar desde el castro de Santa Mariña hasta la playa de Barrosa, desde donde se divisan en todo su esplendor las islas Miranda.

La foto más personal

En el mirador de A Bailadora, con el castillo de La Palma abajo.

El desafío

Localizar las entradas a la Cova dos Mouros; atención, existe cierto peligro en la de Ares.

El pasado

Tanto desde el embarcadero de Redonda como desde el puerto de Mugardos salían las piedras para construir el Arsenal ferrolano.